Fernando Ballesteros. 10 de Septiembre.
Parece que todos damos por cierta esa afirmación que dice que el fútbol es un estado de ánimo. Tanto, que la frase ha devenido en axioma. Y aunque vendrá de lejos, posiblemente de la noche de los tiempos, yo suelo atribuir su autoría a Jorge Valdano porque con él la conocí.
En todo caso, la frase de marras se refería a lo que sucede en el césped y con los artistas. Pero ¿qué les parece si miramos más allá? A mí bien, de hecho a eso venía. Me refiero a mirar las gradas, a la tribuna de prensa, a las redacciones de periódicos, a los estudios radiofónicos. Bueno, pues en todos esos sitios también vale lo de los estados de ánimo.
Y en ese estado de ánimo que oscila entre la euforia y el orgullo que nos da el reinado continental, los españoles no dudamos en calificar como triunfo sobrado y con rachas de gran juego, de brillantez en suma, un 1-0 contra Bosnia. Juicio que no deja de tener algo de cierto, cuidadito.
Ahora bien, este partido en otro contexto, pongamos que tras haber caído en cuartos en la Eurocopa, no hubiera sido recibido con tanto entusiasmo. Fíjense que a mí, lo del sábado, me recordó mucho, por juego, categoría del rival, marcha del marcador y desenlace, a aquel España-Islandia de marzo de 2007.
Viajemos en la historia. Estamos en el referido y lejano marzo de 2007, cuentan que "las dos Españas" se habían convertido, por fin, en una sola voz que intentaba sacar de su cerrazón a Luis. Niños, adultos, jubilados y militares sin graduación pedían al villano que le devolviera al héroe González Blanco su camiseta roja con el siete. Además, estaba reciente la desilusión del anterior mundial y la selección de fútbol era paso de chistes y chascarillos varios. Conclusión: pues que vino Islandia, le ganamos 1-0 con diez ocasiones de gol y la sensación fue mala, y los titulares hablaban de que "Iniesta salvó a España del ridículo"
Septiembre de 2008. España es campeona de Europa, su fútbol ha enamorado en verano y nadie se acuerda de los ausentes, están todos los que son y son todos los que están y encima el seleccionador, de consenso obviamente, no es dado a meterse en líos. Con estos condicionantes, viene Bosnia, se nos cierra atrás, se crea más de una decena de ocasiones de gol y a la sexta o séptima acierta Villa. La conclusión es que "el guaje" derribó el muro bosnio, que se jugó bien y que, si acaso, faltó pegada pero también esto tiene solución ya que hay que tener en cuenta que faltaba Torres. Sí, Torres, el mismo que cuando no venían tan bien dadas y vestía a rayas no tenía gol y no definía, la eterna promesa, el guapito.
Y ya les digo, a mí, estos dos partidos tan "diferentes" se me parecieron mucho. Dominio absoluto de España ante un rival inferior, buen juego por momentos, aburrimiento porque la cosa y la falta de diálogo futbolístico no daba para más en muchos otros y triunfo final corto, muy corto, pero justo. Y a otra cosa, que pase Armenia. Porque en el fondo el del sábado, más allá del debut del nuevo seleccionador en partido oficial, fue uno más de una fase clasificatoria. Y ya se sabe, estas fases son largas y tortuosas, y la mayoría de sus partidos son previsibles, muy previsibles, cuando el rival es la Bosnia o la Islandia de turno.
La cosa luego puede acabar en catástrofe -se acordarán como yo de Chipre, supongo- o en lo normal, es decir una victoria que dependiendo de cómo respire el entorno se vestirá de protesta e indignación o de ilusión como es el caso. Y es que los estados de ánimo todo lo cambian en el fútbol y cuando hablamos de la selección ni les cuento, y cuando entran en danza las manías personales y las campañitas, ya es que perdemos el norte.
Por eso, Del Bosque, que cuentan por ahí que echó de menos una llamada de Luis tras hacerse con las riendas de la nacional, ya tiene otra cosa que agradecerle al "sabio". El nuevo seleccionador ha heredado un gran bloque en el que el de Hortaleza hizo el trabajo sucio e impopular de la poda y, por si fuera poco, un estado de ánimo, en jugadores, afición y la despiadada prensa, que van a hacer su tarea más fácil o al menos más plácida. Mientras dure, claro, porque los estados de ánimo, como el fútbol, son así.
P.D. Al hilo de las llamadas y como anda por Turquía y sin coristas, desconozco si Luis ha echado de menos alguna en los últimos tiempos. Es lo de menos pero me cuentan que, aunque esté lejos, el teléfono de Aragonés además de enviarlas también puede recibirlas.