Miguel Ángel Gutiérrez. La dictadura china está actualmente compuesta por una casta de enriquecidos políticos corruptos que ideológicamente defienden a un tiempo el comunismo ateo más anacrónico con el capitalismo más salvaje. Dos sistemas, a cual peor, para un solo (y sufrido) país, China. Ni pizca de espiritualidad, todo es materialismo radical.
Nuestros “Yuppies” occidentales están entusiasmados con la dictadura China, lo cual no es de extrañar, al compartir ambos la misma inanidad y miseria espiritual.
La lógica corrupción política del régimen comunista chino viene de la corrupción moral que la antecede. Vamos, que sin el freno de la moral religiosa y siendo los que mandan en una férrea dictadura, China es su finca particular y pueden hacer lo que les plazca. De ahí los continuos escándalos.
El problema de China es que prescindió de Dios hace demasiado tiempo y ahora se encuentra desarmada ante la corrupción que le agobia.
Enumeremos las principales barbaridades de la actual China:
En primer lugar la política de Hijo único, la mayor falta de respeto a la vida de toda la historia.
En segundo lugar, la persecución religiosa: sin tregua y radical, centrándose principalmente la represión en la sufriente y heroica Iglesia Católica que resiste pese a todo.
En tercer lugar, los chinos, sin prescindir del marxismo, se han lanzado al capitalismo más salvaje. Un diez por ciento de multimillonarios, casualmente antiguos funcionarios comunistas, que ahogan al resto del pueblo, el cual vive con poco dinero y pésimas condiciones laborales. Por consiguiente, las finanzas de China van bien pero no tanto la economía de los chinos
No parece un buen modelo, por más que a nuestros economicistas yuppies se les caiga la baba.