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Diario YA


 

Ciudad de vida y muerte

Victor Alvarado

Ciudad de vida y muerte (2009) explica el genocidio cometido por los japoneses sobre los chinos vencidos tras la toma de Nanking, capital provisional de China en 1937. Se trata de una película, que supuestamente busca ser objetiva y que en China la han llegado a tildar de traidora según comenta el director Lu Chuan, aunque, en mi modesta opinión, ocurre todo lo contrario porque dejan en buen lugar a los chinos, siendo los japoneses los verdaderamente criticados, cuando han sido los chinos con su régimen comunista los que han cometido auténticas masacres sobre su propia población. Además, la presentación de los personajes nos parece maniquea.

De todas formas, la cinta destaca por una potente fotografía en blanco y negro, contando un triste episodio de la historia desconocido para occidente. La producción  no omite ningún episodio (torturas, fusilamientos...) del atroz crimen cometido por el ejército japonés y las imágenes que nos presentan son  de extraordinaria dureza.

Por otra parte, esta obra del celuloide nos regala dos personajes que ofrecen algo de luz entre tanta oscuridad. En primer lugar, John Rabe, un hombre de negocios alemán, al que podría considerarse el Oskar Schidler (alemán) o el Sanz Briz(Español) de China, que salvó a todos los ciudadanos chinos como les fue posible. En segundo lugar, aparece un oficial japonés que había recibido educación católica, que no comulga con los crímenes y con las violaciones sucedidas en Nanking. Sin embargo, su actitud no es desde luego heroica a pesar de que sus valores son distintos a los de sus compatriotas.

La ganadora de la Concha de Oro de San Sebastián puede servir para ayudarnos a reflexionar sobre lo que somos capaces de hacer los hombres cuando nos ponemos al servicio de la ideología política.

En definitiva, los asistentes a las salas van a encontrar con una muy buena película, que recuerda a las grandes  obras cinematográficas del género bélico en los últimos años, pero que podría haber desarrollado mejor a los personajes, sobre todo, si tenemos en cuenta las buenas interpretaciones de las que hace gala.

Por último, Ciudad de vida y muerte (2009) está cargada de resentimiento, si lo comparamos con Katyn (2007) de Wajda, donde el perdón por parte de las víctimas, queda meridianamente claro.