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José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

histórica frase que el 23 de octubre de 1977 pronunciara Josep Tarradellas

"Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí"

Pedro Sáez Martínez de Ubago. “Ciutadans de Catalunya, ja sóc aquí!” es la histórica frase que el 23 de octubre de 1977 pronunciara desde el balcón del Palacio de la Generalidad ante las muchas personas congregadas en la Plaza de San Jaime, el político español Josep Tarradellas i Joan (Cervelló, Barcelona, 19 de febrero de 1899 - Barcelona, 10 de junio de 1988) presidente de la Generalidad de Cataluña en el exilio desde 1954 hasta 1977, de la Generalidad provisional desde 1977 hasta 1980, año en que le sucedió el señor Pujol.

No es éste el momento de reseñar la biografía política de un español que comenzó su andadura en 1919, cuando fundó los semanarios Abrandament y El Intransigente, y se unió a la Federación Democrática Nacionalista de Francesc Macià y terminó 60 años después, tras la aprobación del Estatuto de autonomía de Cataluña de 1979 y la celebración de las primeras elecciones autonómicas, en que resultó elegido nuevo presidente Jordi Pujol. La doble intención que induce a recordar esta efemérides es analizar el pensamiento del señor Tarradellas y lo que, contra lo propugnado por los nacionalistas catalanes del momento, implica la frase en cuestión.

Ideológicamente, Josep Tarradellas i Joan fue siempre un republicano de izquierdas, etiqueta política esta última que no se puede dar a los posteriores miembros de CIU, que en lo económico se sitúan en el liberalismo del capitalismo más salvaje.

Además, con las palabras inmortales del gaucho Martín Fierro, creado por el autor argentino José Hernández en 1872, “Y sepan cuantos escuchan. De mis penas el relato…” apliquénselo quienes lo entendieren, Tarradellas fue un catalanista y nacionalista moderado, que defendió la lengua, la cultura y la identidad catalanas desde una concepción no separatista que no vulnerara los derechos lingüísticos, identitarios y culturales de los castellanohablantes.

Un hombre que propugnaba que Cataluña debía ser autocrítica, entender al pueblo español e integrarse en España y, consecuentemente, en su tarea política Tarradellas siempre intentó establecer la conciliación y la concordia entre Cataluña y el resto de España, alejarse de los victimismos y los prejuicios nacionalistas hacia el Estado español, y no culpar a éste de los problemas que padece el pueblo catalán; así como abogar por los gobiernos de unidad en Cataluña con el propósito de que ésta fuese más fuerte, y por un diálogo positivo y constructivo con Madrid, que poco o nada tenía que ver con el lucrativo chantaje al gobierno de la nación española que se hace hoy desde los escaños del grupo catalán del congreso.

Tal actitud, contraria a la independencia y al concepto de unos “Países Catalanes”, hizo que fuese criticado por parte de diversos sectores nacionalistas e independentistas, quienes lo tacharon de traidor a Cataluña, de mal político y de vendido a la monarquía española (en 1985 fue nombrado marqués de Tarradellas por el rey Juan Carlos); mientras por parte de un catalanismo más moderado y de sectores no nacionalistas, Tarradellas es considerado un gran político, avanzado a su tiempo e, incluso, un visionario de hacia dónde debería dirigirse la política catalana.

Partiendo de estas consideraciones, muchas personas le dan gran importancia a la cita con que se intitulan estas línea, sosteniendo que las palabras que usó Tarradellas no fueron casuales, dado que cuando dijo “Ciutadans de Catalunya” [Ciudadanos de Cataluña], en vez de “catalans” [catalanes], su intención era aludir a todos los habitantes de Cataluña, no solamente a los oriundos de dicho territorio ni a los hablantes, nativos o foráneos voluntarios o coaccionados, de una lengua concreta.

Pero sin ignorar que, como dice nuestro refranero, pocas cosas hay más atrevidas que la ignorancia y que no hay peor ciego que el que no quiere ver; ni olvidando la cita evangélica de San Mateo (XIII, 9) “Qui habet aures audiendi, audiat” [Quien tenga oídos para oír que oiga]; al tratarse de una cuestión de espurios intereses políticos, desgraciadamente, conociendo cómo están las cosas hoy en día, uno se inclina a creer que, igual que se manipula la realidad histórica de otro catalán natural de Moyá como es Rafael Casanova y Comes, también puede manipularse la del más reciente Josep Tarradellas i Joan. A fin de cuentas, entre políticos profesionales anda el juego y, como dijo el enciclopedista D´Alembert, “El arte de la guerra es el arte de destruir a los hombres; de la misma manera que la política es el de engañarlos”.
PEDRO SÁEZ MARTÍNEZ DE UBAGO