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Diario YA


 

“¿Cuál es la esencia de un buen gobierno? No resolver los asuntos con precipitación y no buscar el propio provecho.” Confucio.

Colombia cierra en falso su lucha con las FARC.

Miguel Massanet Bosch. Parece ser que se ha extendido, entre los mandatarios socialistas o de tendencias izquierdistas, de países que tienen disputas internas con grupos terroristas o que tenían contenciosos endémicos con otras naciones dominadas por gobiernos tiránicos filocomunistas; la práctica, cuando no se pueden atribuir otros méritos, a acudir al viejo latiguillo de conseguir la paz, como un buen medio para adquirir popularidad entre la masa ciudadana, siempre dispuesta a optar por la solución más fácil, aunque fuere la menos recomendable, para sacarse de encima situaciones incómodas que requerirían métodos más costosos, más serios y eficientes, para erradicarlos desde sus raíces y desterrarlos, definitivamente, de la nación; aunque, necesariamente, requieran de operaciones más traumáticas por las que, muy frecuentemente, se tenga que pagar con sacrificios de vidas humanas. Visto así se podría entender como una solución inhumana, cruel y con costes excesivos, ante la posibilidad de conseguir un resultado parecido mediante la negociación, la claudicación o el intercambio de concesiones.

No nos engañemos ni cedamos ante las soluciones fáciles y aparentemente inocuas, con las que se quieren pintar, en muchas ocasiones, estos pactos con las guerrillas terroristas que, si han actuado desde la fuerza, el uso de las armas, la clandestinidad o los secuestros, ha sido porque no han tenido la fuerza en las urnas que les permitieran imponer sus doctrinas políticas, sociales o económicas de una forma democrática y ello ha sido, precisamente, lo que les ha obligado a situarse del otro lado de la Ley para intentar el mismo objetivo mediante el terror, la tortura, el asesinato y la extorsión.

En España tuvimos la amenaza de los terroristas vascos de la ETA, los ultranacionalistas seguidores de las doctrinas de un iluminado Sabino Arana que quiso convencer, a los vascos, de que eran una raza superdotada, privilegiada y que, por ello, debían reclamar su propia nación. El Estado español, bajo gobiernos de derechas y socialistas nunca se dejó amilanar por las sangrientas represalias de una pandilla de asesinos que pretendieron intimidar al pueblo español para que cediera a sus exigencias. Finalmente fueron derrotados por la democracia, por la sensatez y por las fuerzas del orden, que supieron acabar con aquella amenaza que se cernía amenazadora sobre la ciudadanía española.

El señor Obama fue felicitado por muchos mandatarios por haber conseguido un statu quo con los mandatarios cubanos que, presuntamente, acababa con 30 años de desencuentro y ruptura de relaciones comerciales. A cambio, el régimen de los Castro, parece que asumía ciertas condiciones como liberalizar su economía, dar más libertades al pueblo cubano y establecer fórmulas democráticas que dulcificaran la dureza de un régimen dictatorial. ¿Qué es lo que ha sucedido desde entonces? Sencillamente, que los americanos han reanudado su comercio con Cuba, que los turistas han invadido la isla cubana y que todos los establecimientos turísticos han salido beneficiados con esta apertura. ¿Cómo ha correspondido los Castro? Simplemente, insistiendo en sus arrestos, deteniendo a los opositores al régimen, conservando su mafia policial secreta y manteniendo en las cárceles del régimen a aquellos opositores que ya llevan años en ellas por haberse manifestado contrarios al régimen dictatorial existente en la isla.

Pero Obama ya estaba finalizando su legislatura sin que sus grandes promesas se hubieran cumplido, sin lograr que su proyecto estrella de la sanidad pública hubiera triunfado, sin haber cerrado la cárcel de Guantánamo y sin que, sus promesas a las gentes de color, se hubieran cumplido, con el agravante de que las muertes de ciudadanos negros, en manos de la policía, se ha convertido, en los últimos tiempos, en uno de los mayores problemas a los que ha de hacer frente su Ejecutivo. Su legislatura ha sido gris, la nación americana ha perdido influencia fuera de sus fronteras y su endeudamiento externo cada vez obliga a que la Fed deba poner más tiempo en funcionamiento su máquina de imprimir dólares.

Sigue siendo una gran potencia, pero ya hay naciones que le van perdiendo el respeto y, si no, fijémonos en este personaje psicótico y lunático, Kim-Jong-Un, de Corea del Norte, con el botón fatídico, que puede lanzar una bomba nuclear, al alcance de su mano. O la potente China, en Asia, amenazando al Japón o, la renacida Rusia del señor Putín, que está tentando a su rival americano, probando sus reacciones y buscando expansionarse, como ha sido el caso de Crimea, sin que el gran coloso americano haya movido un dedo para apoyar a Europa en este grave contencioso. Como puede pasarnos a nosotros, según se cierre el tema de la investidura, si es que llegara a producirse lo que, el señor Sánchez, tiene proyectado, respecto a llevar a cabo una coalición de las izquierdas e independentistas, para echar fuera al PP de Rajoy.

En Colombia, el socialista, Juan Manuel Santos, se ha colgado la medalla de la paz y ha lanzado a los cuatro vientos su famoso acuerdo con las Farc. Los anteriores mandatarios, Pastrana y Uribe, han sido claros cuando han valorado semejante acuerdo: ambos lo ven peligroso y un grave precedente, no sólo para Colombia, sino para el resto de naciones americanas que pueden ver, en la guerrilla, un medio para lograr por medio de la fuerza de las armas y el terror, un camino para lograr lo que no consiguieron a través de las urnas, para restaurar doctrinas obsoletas y bolcheviques, peligrosas e insostenibles en un mundo moderno; cuya implantación se ha demostrado, vean el caso de Venezuela, que resulta perjudicial especialmente para las clases más humildes, necesitadas y precisadas de trabajo y un verdadero desastre para la economía, industria, comercio y desarrollo de aquellas naciones en las que se ha intentado aplicarlo.

Resulta patético que se envíe a don Juan Carlos en representación de España, para asistir al acto de confirmación de este acuerdo en el que, lo único que se deja evidenciado, es que las Farc se han salido con la suya, evitan la Justicia todos aquellos que han estado asesinando, torturando, secuestrando y robando durante años a ciudadanos colombianos inocentes y, por si fuera poco, los colombianos, con sus impuestos, van a tener que contribuir para que se garanticen cinco puestos en el Sedado y otros cinco en el Parlamento, para miembros de la asociación terrorista, sin necesidad de haber sido votados, por dos legislaturas. El resto, todos los que han estado viviendo de la guerra, van a tener que conseguir ayudas para que puedan vivir antes de que decidan que, lo más lucrativo, es seguir extorsionando o robando a los más ricos, desde el otro lado de la ley.

Triste y penoso el papel del señor Santos, presumiendo de su “éxito en la negociación” cuando los que se han llevado el gato al agua han sido los que han estado fuera de la ley que, parte de que van a ser muy pocos, puede que casi ninguno, los que tengan que cumplir algún año de cárcel, el resto van a salir como vencedores sin que, todavía se sepa, cómo va a tener lugar la entrega de las armas, si se van a entregar todas o si, por si acaso, los guerrilleros van a dejar depósitos para el caso de que decidan desentenderse del acuerdo y retornar a sus refugios en la selva. ¿Semejante rendición, con bajada de pantalones incluida es, en verdad, un ejemplo para el resto de países que merezca aplaudirlo o, por el contrario, es sólo la muestra de la mojigatería, la cobardía, el allanamiento y oportunismo de un político con problemas para intentar salvarse de la quema, ofreciendo a los ciudadanos una victoria pírrica que, a no tardar, puede volvérsele contra sí mismo?

Se les va dando alas a los comunistas, a los antisistema, a los anarquistas a los progres, a los que no respetan las leyes y pasan por encima del Estado de Derecho y así es como, poco a poco, como ya se está empezando a notar en Europa, estas doctrinas se van extendiendo, hasta que va a llegar un momento en que ya no habrá quien pueda evitar que se hagan con el poder, en cuyo caso, las posibilidades de que la civilización, tal y como la hemos considerado hasta ahora, como una fuente de progreso, orden, bienestar, trabajo, respeto mutuo, familia etc., va a desmoronarse para que la humanidad caiga de nuevo en el abismo del caos, el desorden, inseguridad, imposición, dictadura del más fuerte y regreso al pasado.

O así es como, señores, desde la óptica de un ciudadano de a pie, tenemos la impresión de que, cada vez nos encontramos más cerca de cometer uno de los mayores errores que se pueda haber perpetrado desde que entramos en democracia. Olvidarnos de que la democracia está regida por unas normas, unas leyes que los ciudadanos nos imponemos a nosotros mismos para librarnos, precisamente, del peligro de que la locura, insensatez, maldad o egoísmo de algunos pueda dar al traste con la voluntad mayoritaria del resto de la comunidad.

Si, desde las bases, las masas enloquecidas o la fuerza de los opuestos a la ley, se intenta dar al traste con la voluntad mayoritaria, es evidente que hay que acudir a todos los medios previstos en las leyes y en la Constitución, para impedir que, quienes quieren acabar con la paz, la tranquilidad, el bienestar y el sistema político que nos ha permitido seguir avanzando en el progreso y en la calidad de vida de los españoles, pudieran alcanzar sus objetivos y consiguieran salir airosos en su criminal intento. La amenaza para España está a la vista, señores.

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