Juan Manuel Alesson. Hace años que buena parte de los columnistas y analistas de esta nación están más que aburridos de dedicar sus artículos al presidente del Gobierno, al inquilino que reside ahora en el Palacio de la Moncloa. En estos años se le ha dicho de todo -a veces, hasta me pregunto si alguna vez no me habré pasado-, pero a la vista de la lamentable situación en que está dejando España, es fácil pensar que, en realidad, más de uno nos hemos quedado cortos. Muy cortos. Acaso, hemos sido demasiado buenos con él al escribir sobre lo que ha hecho o ha dejado de hacer.

      Demasiado buenos, al escribir que era el peor político de la historia moderna de España; demasiado buenos, al escribir que estábamos haciendo el ridículo en medio mundo; demasiado buenos, al escribir que su Ley de Memoria Histórica era una vergüenza cuando no una basura; demasiado buenos, al escribir que con su política nacionalista estaba traicionando los legítimos intereses de España; demasiado buenos, al escribir que estaba propiciando el desmembramiento de la nación; demasiado buenos, al escribir que su famosa "Alianza de Civilizaciones" era una estupidez desde cualquier punto de vista sensato -Tony Blair comentó al respecto que, personalmente, le parecía muy bien que los pueblos civilizados conversaran y se relacionaran entre sí-; demasiado buenos, al escribir que mentía, una y cien veces, a toda una nación acerca de la verdadera naturaleza de la crisis económica, con la finalidad bastarda de ganar unas elecciones generales; demasiado buenos, al escribir que su denominada ley del aborto consistía en admitir el asesinato impunemente; demasiado buenos, al escribir que con su política no nos acercábamos más a los países más civilizados; demasiado buenos, al escribir que su Ley de Promoción para la Igualdad de Género en absoluto iba a transformar radicalmente la sociedad -como él decía- ni a hacer justicia a la mujer; demasiado buenos, al escribir que su política de puertas abiertas a la inmigración era una absoluta locura; demasiado buenos, al escribir que había pretendido dividir y silenciar a las víctimas del terrorismo de ETA; demasiado buenos, al escribir que las negociaciones de su mal llamado "proceso de paz" eran otra traición más a España y a las propias víctimas del terrorismo; demasiado buenos, al escribir que su política de acercamiento a Cuba, Venezuela y Perú ha generado hacia España desconfianza y aislamiento por buena parte de países del mundo civilizado; demasiado buenos, al escribir que el Gobierno de Rodríguez Zapatero miente y maquilla sistemáticamente las cifras reales del paro; demasiado buenos, al escribir que su política hacia la Santa Sede no sólo dividía una vez más a los españoles, sino también a la familia; demasiado buenos, al escribir que su Ley de Educación para la Ciudadanía no ha pretendido más que convertir al Estado en un educador laico de la sociedad, ya desde el colegio; demasiado buenos, al escribir que un pueblo que ha votado dos veces seguidas al mismo inepto se merece lo que tiene; demasiado buenos, al escribir que...

      Obviamente, se puede seguir mucho más. Ahora está diciendo que hay una conspiración internacional judeo masónica contra España. Muy pocas veces te lo ponen tan fácil.