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Diario YA


 

Una coproducción argentino-brasileña de Marcos Carnavale

Corazón de León

Victor Alvarado

El titular de esta película podría ser el de cómo conquistar a una chica sabiendo que te faltan cuarenta centímetros. Para el enano de Juego de Tronos, magníficamente interpretado por Peter Dinklage, eso no es un problema, ya que se ha convertido en una especie de sex symbol. Pensamos que para la estrella de este film tampoco debe ser un problema o a lo mejor si.

Esta coproducción argentino-brasileña ha corrido a cargo de Marcos Carnavale, autor de Tocar el viento o la entrañable Elsa y Fred. La cinta en cuestión es de ese tipo de largometrajes que dignifican al hombre, al discapacitado, resaltando que el ser diferente no te puede impedir realizarte como persona. El cineasta explicó a Fotogramas lo que ha pretendido contar: “Tenía que presentar al enano como un George Clooney, un ganador inmediato que no dejara ni pensar, ni respirar, porque si ella piensa se va.”

Aunque todo el reparto está espléndido, sobresale por encima de todo el actorazo Guillermo Francella, al que todos recordarán por el papel de fiel escudero y amigo del alma de Ricardo Darín en la obra maestra de Campanella, El secreto de sus ojos. Como dato curioso, les podemos contar que el intérprete tenía que actuar de rodillas al lado de la actriz Julieta Díaz. Por lo visto utilizaba un doble de cuerpo en unas escenas, mientras que en otras aparecía el cuerpo de un niño al que se le implantaba la cabeza del actor.

Corazón de León funciona relativamente bien gracias a las grandes dotes interpretativas de todo el elenco. Sin embargo, le falta ritmo, alargándose innecesariamente. No es de esos largometrajes que brillen o enganchen demasiado. Tan sólo en su planteamiento puede sorprender a algún espectador despistado y salvo dos o tres situaciones cómicas que nos hacen sonreír. Por lo demás, no deja de ser una comedia romántica convencional, si exceptuamos que estamos ante otra historia más de segundas oportunidades y de una superación personal de un individuo que consciente de sus limitaciones y de no cumplir con los cánones de belleza establecidos por una sociedad hedonista, utiliza otros dones para conquistar a una chica, puesto que considera que cuando te gusta alguien de verdad se debe poner toda la carne en el asador. La metáfora de la escena del Cristo Redentor de Río de Janeiro (El Cristo del Corcovado) es muy significativo de lo que acabamos de comentar, pues se puede interpretar como una bendición de la relación que establecen ese hombre y esa mujer.