Corazón tentado de Cristo, ruega por nosotros
Mater Dei.Fuiste llevado por el Espíritu al desierto y allí el diablo te tentó durante cuarenta días (cf. Lc 4,1-2). Cuánto enseña la sequedad y la aridez del desierto, sus noches frías y solitarias, sus estíos implacables, y sus soledades. No sólo dejaste que los hombres dispusieran de Ti sino que, incluso, permitiste al demonio acercarse con la tentación a tu divino corazón. Siempre con motivos buenos, justos, lícitos y hasta aparentemente virtuosos se disfraza el tentador de ángel de luz. Los fáciles atractivos del mundo, la codicia de riquezas materiales o espirituales, los susurreos de la carne invitando al goce inmediato y pasajero, la tentación del desánimo y la desconfianza en Dios, y hasta los vagos entretenimientos que enredan al alma en la tibieza, todo, todo es poco para el príncipe de la mentira, si consigue en algo distanciarnos de Dios. Su gran conquista es entrar por el corazón, y ofuscar en la ceguera a las almas buenas.
Aquel Corazón tentado de Cristo es la fuerza de nuestros desiertos y la victoria de nuestras tentaciones. Quiso dejarse tentar, vencer en su propia carne la persuasión del demonio, para mostrar la fuerza de su divinidad y ayudarme en la debilidad de mis caídas. El hombre del principio dialogó con la serpiente y fue vencido; Cristo, el Hombre en plenitud, sólo dialogó con el demonio para vencerle. No sucumbas al diálogo con el mal, con esas insinuaciones y ocurrencias que te apartan de la voluntad de Dios, que te justifican con motivos buenos tus defectos, pecados y omisiones. Serás fuerte en la tentación, si oras en el desierto de tu debilidad, pidiendo la fuerza de Cristo. Corazón tentado de Cristo, que vences todo mal con la mansedumbre del bien, me animas a seguir, a pesar de tantas caídas, en mi lucha diaria contra el maligno. Tú siempre vencerás en mí, pues todo lo venciste en la Cruz.
Mater Dei
Archidiócesis de Madrid
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