Principal

Diario YA


 

No se puede apelar al sentido común

Corrupción política

Tomás Salinas García

Rosa Díez ha acusado a Zapatero de alentar la corrupción política. Es un buen término para definir el comportamiento y la forma de proceder de los integrantes de la casta política nacional. La dirigente argumenta sus palabras basándose en los pases de pecho y verónicas que le va a pegar el Gobierno a la sentencia sobre el estatuto catalán. Lo que no nos gusta, nos lo cepillamos y lo sacamos como ley, pasándonos por el forro la Constitución y lo que haga falta, con tal de que no se nos subleven en tierras catalanas. Zapatero, con esta forma de actuar, abre un melón del que se pueden sacar tajadas hasta que se agote: en un momento en el que la solidaridad es imprescindible, en el que la unión es fundamental para la supervivencia del sistema, menospreciar la Carta Magna fomentando la desmembración del Estado es algo muy peligroso y de difíciles consecuencias. Convierte el orden constitucional en algo inútil, dejándolo sometido siempre al capricho del legislador de turno, y entrega el poder judicial al ejecutivo.
De nada sirven las decisiones del TC si se pueden alterar por conveniencias políticas.

El camino que seguirá España a partir de aquí desemboca en la separación definitiva, en la fragmentación del Estado en territorios independientes, repúblicas, estados federales, cantones y, por que no, ciudades libres. De forma democrática, por supuesto, aunque para ello haya que destruir la base de la democracia, la Constitución.

Apelar al sentido común de nuestros dirigentes es tarea imposible: de donde no hay no se puede sacar. Entramos en un juego del que después no se podrá salir. Es el juego de los políticos que para encallarse en el poder y seguir medrando son capaces de vender sus almas al diablo, aunque dudo que ni tan siquiera éste se las quisiera comprar.