Crisis de gobierno
Abel Hernández. 11 de diciembre.
Para que la crisis sea completa se anuncia también crisis de Gobierno. En vísperas navideñas es el runrún en los mentideros de la capital. No es que a la cosa se le dé demasiado importancia, pero entretiene a los aficionados a la política. Se habla de un amplio reajuste, que incluiría a carteras tradicionalmente de peso como Exteriores. La duda está en si jubilará también al vicepresidente económico, Pedro Solbes, que aparece cansado y sobrepasado por la crisis económica. Esto obligaría a retrasar el anuncio de Moncloa hasta que los presupuestos, rechazados en el Senado, superen definitivamente el trámite del Congreso.
Sea como fuere, los ciudadanos suspenden en las encuestas a prácticamente todos los miembros del Gabinete, incluido el presidente Zapatero. La política nacional necesita un revulsivo, lo mismo que el Real Madrid, que se ha visto obligado a cambiar de entrenador de la noche a la mañana para levantar la moral. Pero no es seguro que en el caso del Gobierno sean sustituidos los miembros y “miembras” menos solventes. Ya se verá. En todo caso la operación, si al fin cuaja, como se espera, servirá para distraer la atención de la opinión pública dejando de enfocar a los verdaderos problemas que afectan a los españoles.
Este “rearme” del Gobierno será sobre todo una operación de imagen de cara al amplio proceso electoral que se avecina: elecciones gallegas y vascas y, sobre todo, elecciones europeas. Zapatero es un líder político en decadencia preocupado desde siempre por la imagen. Lo suyo es quedar bien, aunque tenga que desdecirse mañana de lo que diga hoy. En esto le da ciento y raya a Rajoy, cuya imagen se está erosionado más que por su comportamiento como líder de la oposición, que también, por el desprecio a la imagen y por la oposición interna que parece decidida a quitarlo del cartel en primavera si fracasa en esta próxima prueba electoral. Lo que está pasando en el PP se parece cada vez más a la guerra interna que acabó con UCD. Más que criticar a los socialistas se dedican a desacreditarse unos a otros, en una escandalosa demostración de irresponsabilidad.
Más motivos hay para que dentro del PSOE se resintiera seriamente el liderazgo de Zapatero, pero el partido del puño y la rosa mantiene la solidaridad básica para evitar el triunfo de la derecha, haciendo de tripas corazón. Cuando el barco hace agua, cambia de tripulación y demuestra a todos que él sigue mandando. Y todos tan contentos. Abre durante unos días los telediarios y ocupa la primera página de los periódicos. La verdadera crisis puede esperar.