Crisis de valores también en la derecha chilena
Gonzalo Rojas Sánchez. Hace exactamente dos meses dijimos que dentro de las opciones de administración de la gravísima crisis de la UDI estaba la renuncia de su Presidente. Afirmamos en esa oportunidad que esa alternativa pasaba "por la conciencia de Ernesto Silva; hombre recto, seguramente está meditando la posibilidad de renunciar; sólo él sabe cuánto puede doler una decisión así, pero sólo él sabe cuánto bien puede traer esa medida; sólo él lo sabe."
Ese es el escenario de hoy: Ernesto Silva, por la razones que ya conoceremos en detalle, ha renunciado. Para esa eventualidad -convertida hoy en realidad- nos parecía que sólo había tres
opciones:
a. El reemplazo de Silva por "dirigentes sin mayor fuerza ni convicciones, impolutos pero impotentes";
b. La captura de la UDI por parte del piñerismo, a través de Andrés Chadwick, con el objetivo de "administrar una colectividad que todavía hacia el 2017 podría marcar alrededor del 15%: todo un activo para Piñera, todo un triste final para la UDI";
c. El retorno de "un dirigente histórico, Longueira".
Hoy resulta evidente que sólo las dos primeras opciones parecen asomarse en el escenario de abril.
Pero, ¿son de verdad las únicas dos alternativas? No.
Una semana después, comentábamos que había llegado el momento de convocar a "Suecia 286, a una gran asamblea interna sobre el proyecto de Jaime Guzmán, sobre la viabilidad de la UDI, sobre la necesidad de decir claramente 'tú sí, tú no' a quienes hoy poco o nada tienen que ver con la idea fundacional." Y se agregaba una lista -incompleta por cierto- de los fundadores del proyecto de Guzmaniano, en su casi totalidad hoy excluidos de toda participación, para que tomaran conciencia de sus eventuales deberes en la instancia que se avecinaba y que hoy ya se vive: el vacío.
Muchos escribieron afirmando su disposición a reunirse. Seguramente algunos piensan que lo que podrían sugerir es la disolución del partido para clarificar tantas confusiones y que cada militante tome el rumbo que quiera (algunos de los mencionados en aquella lista ya no son ni siquiera miembros de la UDI). Otros piensan que quizás todavía se puede hacer algo de calidad.
Lo que no resulta posible es encontrar una buena salida, la que sea, sin ellos.