Cultura
José Luis Jiménez. 2 de enero.
El inicio cultural del año no puede ser más acertado. En Viena se celebra el Concierto de Año Nuevo. Es un verdadero gozo para la vista y el oído. Desde hace 50 es transmitido por televisión al mundo entero. Son millones las personas que así lo pueden disfrutar. La expectación es cada vez mayor, tanto por tener la posibilidad de presenciarlo en directo, o a través de la televisión. En lo que a mí personalmente se refiere, lo hago desde hace mucho tiempo, ya lo hacía mi padre. La línea argumental se basa en el homenaje que se hace a quienes tanto aportaron musicalmente a la ciudad, los Strauss. ¿Y cómo se consigue que un concierto siga teniendo vigencia después de tantos años? Los argumentos son varios. El primero es que la música tiene un interés de alto valor. Pero esto solo no sería suficiente para su reconocimiento internacional. La organización del Concierto es escrupulosa. Y así, poco a poco, fue adquiriendo el rango de acontecimiento artístico. A lo que unido a otra serie de circunstancias lo han convertido en un verdadero fenómeno social. La sala donde se celebra. La ciudad que lo alberga. La calidad de la orquesta. El prestigio de los directores. Las innovaciones, sin romper el hilo conductor, que han ido teniendo lugar y la aportación de la televisión pueden ser los argumentos principales.
Antes de pasar a analizar someramente estos puntos, un apunte sobre el publico que lo presencia en directo. Conseguir una localidad para el Concierto es casi una tarea de titanes. Se venden con mucha antelación. Al ser un espectáculo fuera del abono de la sala, la demanda hizo casi imposible la asistencia de los habituales. Hemos podido comprobar como en estos años pasados la presencia de espectadores japoneses ha sido notable. Este año me ha parecido que era menor. Las damas, al menos una parte de ellas, visten unos elegantísimos kimonos. Ha sido, precisamente, esa dificultad de conseguir entradas lo que ha aportado una variante. Ante la queja de los abonados habituales, se habilitó el poder realizar un concierto más, con la aprobación de la orquesta. Esta aportación es muy reciente. Se hace la tarde anterior, y se conoce como el Concierto de San Silvestre.
La Sala Dorada del Musikverein de Viena, es un marco de enorme calidad arquitectónica y ornamental, con una acústica de primera calidad. Viena es una ciudad muy bella, con una casi interminable lista de monumentos de todo tipo, a lo que se une un ambiente ciudadano estupendo. Su oferta gastronómica no es menor. Cuando vayan no dejen de adquirir chocolate. Y el hacer un recorrido por Austria, muy tentador. La Orquesta Filarmónica de Viena tiene reconocido prestigio. A lo que se une una gran ductilidad. Siempre se espera conocer qué director va a ser el responsable del Concierto de Año Nuevo. La lista de batutas de primerísima calidad a lo largo de estos años es enorme. Y se ha conseguido una importante simbiosis. A su vez, los directores consideran un punto importante en su carrera el poder hacerlo. Aunque la línea básica es la de los Strauss, a lo largo de los años se han ido haciendo variaciones. Tanto dentro de esa familia musical como de otros compositores. Y esa es labor del director correspondiente. El año pasado hubo un toque "francés". Y esto se debió a la presencia del muy veterano, y prestigiado director Georges Prêtre. Así, se inició el concierto con la "Marcha de Napoleón", de Johann Strauss II.
La aportación de la televisión ha sido muy importante. Tanto para los espectadores como para Viena, y Austria en general. Para los espectadores ya que así se consigue presenciar un Concierto que, de otra forma, sería prácticamente imposible. Y para los austriacos porque tienen la posibilidad de poder llegar a millones de personas en todo el mundo mostrando sus posibilidades artísticas y turísticas. Por lo que cuidan de una forma esmerada las grabaciones que ofrecen. Lo que redunda en beneficio del espectador en varios aspectos, como el poder contemplar la coreografía de valses en distintos lugares, especialmente palacios, que no lo hacen los que asisten en directo. En el intermedio se ofrece a los teleespectadores una grabación sobre un tema. Este año ha sido dedicado a Linz como Capital Europea de la Cultura 2009. Lo cierto es que, después de verlo, te tienta ir a conocerlo personalmente.
Las "peculiaridades" de este año han sido Hadyn, del que se cumplen los 250 años de su muerte. Los "sonidos orientales", en un guiño que Barenboim ha hecho a la situación en Oriente Medio, con la interpretación, en segundo lugar, de "Cuentos de Oriente", un vals que Johann Strauss compuso en 1889 con motivo de la presencia en Viena del sultán turco Hamid Khan. Y un "Vals español".
Daniel Barenboim ha mantenido el listón en un puesto muy alto y ha a portado algunas peculiaridades. Casi a la finalización del concierto se ha interpretado el final de la "Sinfonía de los Adioses", de Hadyn. Y con la complicidad, y ductilidad de la Orquesta Filarmónica de Viena, como siempre sobresaliente, los maestros iban abandonando sus puestos. Ha resultado muy bien a pesar de las dificultades. Como siempre, excepto un año por lo del tsunami, se ha concluido con la "Marcha Radetzky" y la colaboración de los asistentes. Sobresaliente.