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De buena ley: veredicto negativo

David Martín. 9 de mayo. Las cadenas de televisión nunca dejarán de sorprendernos para bien o, la mayoría de los casos, para mal. Tele-5 ha modificado esta semana su programación y en vez del concurso con soniquete continental de “El Euromillón”, se ha vestido con toga para servirnos, antes de comer, una ración de “De buena ley”. Un programa que pretende resolver conflictos de poca monta entre dos partes incapaces de llegar a un acuerdo. Y claro, qué mejor que un arbitrio televisado para conseguir aquello que no somos capaces de alcanzar por nosotros mismos aunque sólo sea el sentido común. Una copia del programa “Veredicto”  que presentó Ana Rosa Quintana también en Tele-5 en los años 90, pero al que no han sido capaces de quitarle el hedor de la naftalina morbosa de ver a dos personas ponerse a caldo. Tele-5 convierte un supuesto juicio en un corral donde dos gallos se baten en un duelo dialéctico para hacerse con la gallina de la razón jurídica.

El espacio se inicia con la exposición, por parte de los dos presentadores, del tema sobre el que se va a arbitrar. Acto seguido entra el deliberante en el plató y las partes manifiestan sus versiones del hecho. Cuando el arbitro se retira para tomar una decisión llega el momento para que el público allí presente opine sobre la cuestión, y el punto final se pone con la deliberación y la justificación del veredicto. Esta semana hemos podido ver, entre otras lindezas, como una nuera quería echar a su suegra de su propia casa para tener más intimidad, vecinos hartos de ver como la portera del edificio delegaba sus obligaciones en su pareja, o a una inmigrante acusar de racista a su jefa por querer despedirla por su color de piel y no porque no daba un palo al agua. En fin, temas absurdos para un espacio igualmente absurdo.

Sandra Barneda y Alberto Herrera son los presentadores del espacio. Con uno sería más que suficiente, pero con dos se da más relevancia al invento y en televisión ya se sabe que el envoltorio vende mucho. El público asistente al plató opina sobre el tema de forma tan visceral que los presentadores tienen que pedir más de media docena de veces que mantenga la calma. Demasiado ruido para muy pocas nueces, pero dado el carácter ávido de sensacionalismo del espectador, es el guirigay que protagonizan, primero las partes y después los asistentes, el único poder de atracción que tiene este “De buena ley”. Para esto, mejor que hubieran dejado a la bella y simpática Eva González seguir deleitándonos con “El juego del Euromillón”, que aunque también tenía aroma añejo, no era tan nocivo para el oído. Otro vendrá que bueno te hará, reza el dicho popular.

Tele-5 ha querido repetir el éxito de aquel “Veredicto”, cuyo entrañable juez, Diego Rosas Hidalgo, fue un reclamo difícil de igualar con la nueva versión. El actual arbitro, el Doctor Gustavo Larraz, cuyo currículo es más largo que un día sin pan, no tiene, de momento, ni tanta gracia ni tanta soltura y eso que le han debido de decir, ya que en el primer caso no lo hizo, que termine la sentencia con una frase para la posteridad. Así, hemos podido escuchar frases lapidarias como “hombre que lejos se va a casar, o va engañado o va a engañar“ y la archiconocida de “la menor distancia entre dos personas es la sonrisa”. La audiencia tampoco ha visto con buenos ojos el nuevo espacio y en la primera semana no ha superado el 13% de cuota de pantalla y el millón y medio de espectadores, poco más de lo conseguido por “El Euromillón” en su última semana de emisión. Permítanme cerrar este artículo al igual que Larraz culmina sus sentencias. Nunca segundas partes fueron buenas y menos aún si son falsas. 

 

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