Paco Ochoa. 20 de febrero.
Hace unos días, viejos aficionados charlábamos sobre música. Pasábamos revista a las últimas novedades y me sorprendí con una frase curiosa: “si ese disco es bastante bueno y además me gusta”. No deja de ser curioso, pero si repasamos muchos de los discos que merecen las alabanzas de los críticos más cualificados, nos encontraremos con que merecen calificativos como innovador, mestizo, vanguardista, decadente, sombrío o luminoso; todos muy descriptivos, y más o menos precisos, pero poco adecuados para indicar el grado de placer que el sufrido consumidor puede esperar de su futura compra. Para poner un ejemplo muy claro, desde que el gran Juan de Pablos triunfaba con su Flor de Pasión es prácticamente imposible encontrar a alguien que en un medio de comunicación diga que un disco es “bonito”.
Probablemente no queda bien. La canción pop, tal y como la concebimos los más veteranos, con estribillos gloriosos, fuerza intrínseca y melodías inolvidables ya no vende demasiado. Un ejemplo: el maravilloso cd que en 2008 publicó Teddy Thompson, bajo el título de A Piece Of What You Need. Como no podía ser menos, no hubo crítico que se atreviese a poner pegas a tal exhibición de talento, pero en eso quedó todo. Cuando llegó fin de año, y aparecieron las listas con las grabaciones que la prensa especializada consideraba como las más destacadas de esos 12 meses, la joya del pequeño de los Thompson no figuraba en ninguna de ellas, tan generosas con producciones de temporada que no aguantan una segunda escucha. Ya se sabe, cosas del esnobismo que está llevando a la música popular a un callejón sin salida.
Aunque, todo hay que decirlo, no es un fenómeno nuevo. En el mundo del rock abundan las anécdotas. Es, por ejemplo, muy conocida la que tiene como base Trout Mask Replica de Captain Beefheart. Este disco se encuentra incluido en casi todas las selecciones de los mejores trabajos del siglo XX. Sin embargo, es un tostón insufrible. Tal es así, que se suele decir que es uno de los mejores discos que nadie ha escuchado jamás. En el otro lado de la balanza se encuentra el impresionante Pet Sounds de los Beach Boys. Cuando, en 1966, se editó esta obra maestra, fueron muchos los afamados críticos que lo pusieron verde y afirmaron muy serios que el grupo de Brian Wilson se había equivocado irremediablemente al abandonar sus sencillas cancioncitas sobre playas, chicas y coches. Pasados más de 40 años muchos piensan que es el mejor disco de pop de la historia.
¿Qué le vamos a hacer? Son cosas de la prensa especializada y de las modas. Al final, un consejo: si le gusta mucho alguna canción, disfruta con ella y la tararea con agrado; desconfíe. Lo más probable es que esté en un lamentable error.