De dioses y hombres
Victor Alvarado
Esta es la frase clave para entender a los protagonistas de este largometraje, dirigido por Xavier Beavois [conocido por Según Matthieu (2000) y por ser el actor protagonista de una película que hablaba sobre la fe, que se llamaba Ponette (1996)], que fue la ganadora del Premio Signis de la Asociación Católica Mundial para la Comunicación y del Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes por raro que pueda parecer porque no es habitual que una obra de contenido religioso se le otorgue ese galardón. Además, es la candidata francesa para optar al Óscar. Y es que los milagros existen.
De dioses y hombres (2010) trata de la vida de 8 monjes cistercienses, que viven en un monasterio, situado en las montañas, conviviendo de manera pacífica con los musulmanes de la zona. Sin embargo, todo cambiará con la llegada de un grupo fundamentalista. Ese grave inconveniente les planteará el dilema de continuar en el lugar con el riesgo que conlleva o irse de allí para siempre.
En palabras del director, la película habla de la tolerancia y el diálogo, no tanto sobre la fe. No obstante, habría que decir que, aunque no haya sido intención del autor, el resultado es que se ha reflejado claramente el modo tan positivo con el que una comunidad de cistercienses vive su religiosidad, destacando la alegría con la que realizan su labor tanto a nivel interno como su entrega desinteresada a los más necesitados que los ven como la rama en la que ellos se sustentan.
El guión corresponde a Xavier Beauvois y Etienne Comar y denota un esmerado trabajo de documentación o conocimiento profundo del funcionamiento de una comunidad cristiana, que recuerda, en algunos aspectos, a otra película de la misma nacionalidad sobre la revolución francesa, llamada Dialogo de carmelitas (1960), una producción de la que tuve conocimiento a través del excelente programa de radio Noche de cometas. Ese diálogo al que se hace mención es de indudable belleza, puesto que, en ambas producciones, se muestra la necesidad de la democracia para la marcha interna de muchas congregaciones religiosas. Las decisiones, que se van tomando, se producen después de haberlas meditado seriamente y el voto del superior vale exactamente lo mismo que el de cualquiera de sus hermanos
Por otra parte, esta obra maestra reflexiona en una de las escenas sobre el tema de la vocación que siente uno de los monjes, que conversa, con palabras sencillas, con una chica bereber que le cuenta los problemas de su relación de pareja y sobre el significado del enamoramiento, que nos parece verdaderamente entrañable.
Por último, nos hace pensar sobre la importancia de la unidad en momentos críticos y la comprensión, que aparecen como valores destacables. También, se puede decir que es una de las películas que mejor ha reflejado el tema de la oración a lo largo de la historia del séptimo arte.
Finalmente, De dioses y hombres (2010) tiene un ritmo lento, pero adecuado para facilitar su comprensión, que el público adulto no debe tener dificultad en seguir. La supuesta lentitud no puede ser un inconveniente ni una excusa para no disfrutar de este fresco que les garantizo que no les defraudará y que podría entrar en el top ten del cine religioso.
La caracterización de los personajes está muy conseguida y para algunos miembros del equipo haber colaborado en esta espiritual producción ha supuesto un cambio en su vida
Cambiando de tema, aunque el cineasta no ha pretendido centrar su atención en escenas explícitas sobre el crimen cometido, este film demuestra la radical actitud de algunas facciones islámicas y sus persecuciones contra el cristianismo, extrapolables a las realidades de otros lugares del planeta.