De donde el PNV se pone a la altura del separatismo catalán
“¡Oh imitadores, manada servil! Horacio
Miguel Massanet Bosch. Era de esperar, nada más faltaba el motivo, el que les dieran pie a ello para que, los lobos cubiertos de piel del cordero del PNV asomaran los colmillos por debajo de su falsa apariencia de inofensivos ovinos. No será porque desde todos los ángulos de la política no se le venga reprochando al señor Rajoy y su equipo esta excesiva tolerancia; esta mansedumbre sospechosa o, si lo quieren esta “prudencia” insólita en un señor que, cuando estaba en la oposición, parecía dispuesto a acabar de un plumazo con todo atisbo de separatismo. Ha bastado que la policía diera una batida a lo que todo el mundo sabía que eran los verdaderos soportes de la banda terrorista ETA, los cerebros directivos y especialistas jurídicos encargados de mantener la unidad y de tener a los presos sujetos a la disciplina de la banda; para que toda la base del independentismo vasco se pusiera en pie, convencida de que existía un pacto tácito de no agresión entre Estado y ETA por el que se debía mantener la situación en un stand by, en espera de que el tiempo les permitiese dar un paso más hacia el independentismo que, en definitiva, es lo que late debajo de esta falsa cubierta de buenismo practicada por el señor Urkullo.
Todos aquellos ( muchos de ellos del PP o simpatizantes de dicho partido) que han venido recriminando lo que ellos venían calificando como exageraciones y utopías del señor Mayor Oreja, pronto van a tener que tragarse sus palabras y aceptar que, si no existe un pacto bajo cuerda entre Gobierno y etarras, lo cierto es que las reacciones de los etarras cada vez que se produce un acto policial, como el de la detención de unos abogados defensores de etarras que, al parecer incurrían en actividades ilegales; son de sorpresa ante lo que, para ellos, no es más que un incumplimiento de un pacto previamente estipulado.
Sin duda, este verdadero aquelarre representado por la unión de BILDU, el PNV y todos los demás partidos marginales de tendencia separatista, ha vuelto a poner en evidencia que el dejar que las cosas sigan su curso, que los que buscan la independencia de España prosigan su labor de captación de ciudadanos para su causa y se apoderen de las calles cada vez que les de la gana para organizar sus ataques al Estado de Derecho; no puede conducir a nada más que a un final cruento, aunque nuestros gobernantes, desde su bunker de Madrid, parecen no darse cuenta del peligro de que, la insurrección nacionalista se vaya extendiendo, haciéndose fuerte y, cada vez, consiguiendo avanzar en la creación de un estado de ánimo en el resto de españoles en el que, por agotamiento y cansancio, a una parte de ellos les empieza a ganar la idea de que lo mejor sería que se les permitiera salirse con la suya. Es curioso y preocupante que, un 12% de los encuestados en España, se hayan manifestado a favor de que se les de lo que piden a los catalanes.
Lo cierto es que, en este totum revolutum en el nos encontramos los españoles, son tantos los frentes que tenemos abiertos y tal la confusión ante la forma de actuar de los partidos políticos, empezando por el del Gobierno que, con su pasividad, su “pasotismo”, su aparente indiferencia ante las evidentes muestras de traición a la patria y a los españoles y su dejación, en cuanto a cumplir con sus promesas electorales; está consiguiendo que aquellos que le apoyaron y votaron, confiados en que sería la salvación de España, empecemos a considerar que nos equivocamos y que su forma poco clara de asumir problemas como el del separatismo, el aborto, el tema de los homosexuales y el del terrorismo, así como por el afán recaudatorio que viene presidiendo la actuación del señor Montoro; hacen que nos parezca irreconocible y que, paulatinamente, vayamos perdiendo la confianza que en un día nos inspiró.
En cuanto al señor Rubalcaba y lo que queda del PSOE, la valoración que la mayoría de los españoles, entre los que se cuentan muchos de sus votantes, no puede ser más negativa de lo que es. Sigue emperrado, don Alfredo, en tomar a los ciudadanos españoles como tontos y desmemoriados, pretendiendo liderar una cruzada contra el actual Ejecutivo, en la que no faltan ninguno de los ingredientes que lo vienen caracterizando desde que, desde tiempo inmemorial, ha venido formando parte, parte importante, de los sucesivos gobiernos del PSOE. Su afán por volver a llevar las gallinas a su corral, le ha convertido en una especie de “mesías” o profeta de desgracias, para cuyo fin no le importa mentir solapadamente, engañar, insultar, calumniar y adoptar el papel victimista, como si no hubieran sido él y los suyos los que, con su desastrosa política de ayudas y subvenciones, así como su enfrentamiento a los requerimientos de la CE para que tomara medidas de austeridad; no hubieran agravado la crisis, que tanto tiempo estuvieron negando, en lugar de empezar a tomar medidas para paliarla.
Si todos estos partidos secesionistas, que tanto proliferan en Catalunya y el País Vasco, comenten traición y deslealtad a España, amenazando con independizarse; lo mismo la cometen con los propios ciudadanos catalanes y vascos, cuando los engañan diciéndoles que van a estar en Europa; o que van a ser la 7ª potencia europea o que van a poder asumir los pagos sociales que, ahora mismo, son incapaces de asumir sin la ayuda económica del Estado. No incurren menos en los mismos delitos todos estos socialistas que anteponen sus propios egoísmos políticos y su afán de recobrar el poder, a su deber para con los españoles, a su responsabilidad ante la nación española y a su lealtad para con el legítimo Gobierno de la nación; cuando están en juego, no sólo la recuperación de nuestra economía, nuestras finanzas, nuestra propia unidad entre todos los españoles y la paz misma, puesta en cuestión por quienes no dudan en ponerla en peligro al amenazar con iniciar acciones que, sin duda, se oponen a lo dispuesto en nuestra propia Constitución, especialmente cuando, ellos mismos, juraron guardarle fidelidad.
Es evidente que, con los sucesos del País Vasco en apoyo de los presos etarras, la dimensión del conflicto separatista; la humillación que representa para todos los españoles bien nacidos; el desprecio que ello comporta para las víctimas del terrorismo y el peligro de que, esta marea independentista, vaya extendiéndose a otras autonomías españolas; marca un límite al que, forzosamente, se deberá enfrentar el señor Rajoy y su gobierno con toda energía y sin vacilaciones. En caso contrario, los españoles empezaremos a pensar que son incapaces de gobernar de acuerdo con nuestra Constitución y tendremos derecho a imaginar que, ellos, lo mismo que socialistas e independentistas, están actuando en contra de los intereses de la Patria, buscando alternativas no previstas en la Carta Magna y recovecos para permitir llegar a soluciones (como la gran tontería de una España federal) que ignoren el pensar mayoritario de los españoles.
Añoramos, en este sentido, una mayor involucración del Rey, en su calidad de Jefe del Estado y garante de la unidad de España, así como un mayor esfuerzo de unidad en el PP, en unos momentos en que cualquier fisura dentro de la formación puede ser fatal para todos los españoles. No vale dejar que sean los próximos gobernantes los que apechuguen con el problema separatista porque, para entonces, ya será demasiado tarde.
O así es, señores, como vemos los españoles, desde Catalunya, el problema.