Alexis Beck Fortuny. Abundan, entre los biempensantes, la quejumbrosa actitud de reducir toda actividad en defensa de los principios religiosos y de los valores patrióticos al coloquio del grupo de amigos relegados en el espíritu de “combatientes” que se ven abocados a la derrota. Abandonados a los comentarios sobre los males sociales son incapaces de apoyar cualquier iniciativa que intente sacar de la postración moral a una sociedad en permanente decadencia. Se conforman con procurar subsistir en un inexistente mal menor, pues el mismo implica la aceptación de males mayores, como hemos padecido en las celebraciones pederastas del orgullo gay fruto de la dejación de una mayoría social que vive sumida en el miedo. Primero la cultura de la muerte y, después, la ideología de género se han impuesto por inacción de tantos que se conforman con lamentarse del triunfo del mal.
Pronto se dio por perdida la batalla de la cultura que se convirtió en bastión de la antiteos. Mejor ceder en libros y cines que en el bolsillo o en el puesto en que la corrupta partitocracia me coloca. Grave error que, por otra parte, no se desea corregir. La Fe encerrada en las paredes del templo o en el calor del hogar y la patria limitada al adorno de alguna bandera más o menos visible.
Tertulias, bien en bares, bien en grupos de wasap, justifican religiosidad y patriotismo. Quise proponer lecturas, películas de autores que están luchando por no dejar todo el ámbito en manos de los súbditos de Sodoma, Gomorra, Babilonia…y mi sorpresa fue mayúscula al comprobar que, al final, los achacosos tertulianos veían y leían lo mismo que aquellos a los que criticaban. Les ofrecí títulos, les recomendé obras. Tiempo perdido.
Espero que mis lectores comprendan que lo mínimo que se puede hacer es apoyar toda iniciativa que responda a ideales respetuosos con el orden natural de la creación y con el de la Revelación. Ya que no se atreven a dar el voto a los que se presentan con un programa cristiano y español por lo menos que vean y lean a los que, con el mismo fin, dedican horas de su tiempo a fomentar lo que tanto añoramos.
Quisiera aportar mi grano de arena, recomendando una película y un libro. “Ignacio de Loyola” entra dentro del buen cine y de las vidas ejemplares dignas de meditar. En la buena literatura, con vitalidad patriótica y trasfondo religioso, he leído con fruición la novela, con ambientación histórica en torno al 2 de mayo, “La campana y el cañón” del autor Jesús Villanueva. Si no nos esforzamos en llenar de buena cultura a España, prepárense para su desaparición.