Fidel García Martínez. Catedrático Lengua y Literatura. Doctor Filología Románica
El tema de los indultos a los golpistas convictos y condenados es mucho más que un esperpento, tal como lo ideó y lo dejó plasmado el autor de Tirano Banderas y Los Cuernos de Doña Friolera, en los que Valle-Inclán ironiza sobre el Ruedo Ibérico. Son un oprobio y una humillación del Estado de Derecho y de la Constitución, contra todos los españoles en los que reside la soberanía nacional.
Ningún gobierno democrático puede conceder un indulto a los que no solo no se arrepienten de haber cometidos delitos graves, sino que se vanaglorian de ellos y juran y perjuran que volverán a intentar cometer los mismos delitos de sedición, tan pronto como los saquen de sus palacios carcelarios. Los de Junqueras y sus socios golpistas están reforzados por el fugado en Waterloo Puigdemont, a quien un tal P. Aragonés ha visitado, para tranquilizarle y comunicarle que seguirán con la misma hoja de ruta que él trazó cuando se fugó camuflado para huir de la justicia y de la prisión.
Aunque los golpistas y separatistas no quieren los indultos, por que lo que desean es un referéndum unilateral para proclamar la ilusoria y espermática república catalana, el Gobierno de España, está empañado contra viento y marea en darles, lo que no han pedido. A las voces y los ruidos de los indultos, además de los empresarios catalanes y el patrón de los españoles se ha sumado a la tesis del gobierno, aunque haya introducido, la muletilla si sirven para algo, de lo que se deduce que piensa que para nada van a servir, pero los aprueba después de haberle concedido el Gobierno una extraña medalla “ad hoc”.
También los monseñores catalanes se han puesto solemnes y han apoyado los indultos con peregrinos argumentos políticos, apelando al diálogo y al acercamiento entre dos interlocutores que se necesitan mutuamente para un acuerdo imposible y lesivo para los españoles, como es romper la unidad de España. Tiene razón la diputada de VOX Macarena Olona, cuando preguntada por esta postura de los obispos catalanes , afirmó que los obispos tienen misiones más importantes sobre las que pronunciarse, que las políticas partidistas, pero no deseaba entrar en este tema para no perjudicar a la Iglesia Católica.