De la apostasía al satanismo: la “Biblia Satánica” en España
No son demasiados los españoles que leen. Pero, ¿es realmente saludable y provechoso lo que leen? ¿Leen bien? El propósito de este artículo es alertar de la buena recepción que están teniendo libros como el que hoy comentamos: la BIBLIA SATÁNICA, tristemente célebre.
José Antonio Bielsa Arbiol. La progresiva apostasía, en caída libre, de la sociedad española, es un hecho. Mas el apóstata, ese sujeto pleno de soberbia rayano en el absurdo que toda caricatura desata, rara vez reniega de alguna forma de fe: necesita de nuevos modelos que la incentiven y vigoricen, aunque esos mismos modelos atenten profundamente contra los principios morales básicos que sostienen los pilares de la sociedad, en cuanto menoscaban la dignidad de la propia persona que recurre a ellos.
Entre las últimas y lamentables importaciones del mundo yanqui, descuella indudablemente la Biblia Satánica (1969; disponible en España desde 2010), petulante engendro obra de Anton Szandor LaVey (1930-1997), el conocido fundador de la paródica Iglesia de Satán, y llamado por algunos entusiastas “el Papa Negro” (!). Dejando al margen la pintoresca biografía de este turbio personaje de diseño, resulta harto significativo (por inquietante) el éxito de su doctrina entre el público posmoderno; doctrina expuesta paso a paso en la referida Biblia Satánica, un libro cuyo principal propósito no ha sido otro que popularizar (en clave esotérica y atea) la moral masónica-deísta (en sus más altos grados de iniciación) de cara a un público de masas acrítico e inculto, incapaz de digerir/vertebrar lo que está leyendo (en su sentido último/profundo). LaVey, remedo del adulador autocomplaciente, tergiversa la figura de Satanás, haciendo de la misma una lectura luciferina adaptada a la sociedad de consumo de la segunda mitad del siglo XX: el demonio pasa a ser así una antorcha luminosa, un paliativo contra la hipocresía, cual portador de “sabiduría” y “libertad”. Los dudosos panegiristas de esta “contra-Biblia” no se muerden la lengua alabando las presuntas virtudes del opúsculo: “Este libro ya se ha convertido en un clásico y en un referente para millones de personas en todo el mundo”. ¿Un “clásico”? ¿Un “referente”? ¿“Millones de personas” en el mundo? El humo de Satanás se vende muy bien en los tiempos de la Mentira.
Así y todo, las nueve tesis satánicas de LaVey resumen bien el execrable contenido del libro, en absoluto original, pero bien típico de nuestro tiempo ego-maníaco, descreído y profundamente amoral:
1. Satán representa complacencia, en lugar de abstinencia.
2. Satán representa la existencia vital, en lugar de sueños espirituales.
3. Satán representa la sabiduría perfecta, en lugar del autoengaño hipócrita.
4. Satán representa amabilidad hacia quienes la merecen, en lugar del amor malgastado en ingratos.
5. Satán representa la venganza, en lugar de ofrecer la otra mejilla.
6. Satán representa responsabilidad para el responsable, en lugar de vampiros psíquicos.
7. Satán representa al hombre como otro animal, algunas veces mejor, otras veces peor que aquellos que caminan en cuatro patas, el cual, por causa de su "divino desarrollo intelectual", se ha convertido en el animal más vicioso de todos.
8. Satán representa todos los así llamados pecados, mientras lleven a la gratificación física, mental o emocional.
9. Satán ha sido el mejor amigo que la iglesia siempre ha tenido, ya que la ha mantenido en el negocio durante todo este tiempo.
Cómo un bodrio pernicioso de estas características ha logrado calar hondo entre cierto público español, es asunto que debería escapar a nuestro entendimiento. Ni que decir tiene que la filosofía de ciertos “ejecutivos agresivos”, de otros tantos hedonistas de salón burgués, gurús a la moda y pedantes impasibles, etc., bebe, a pies juntillas, de tales postulados.
Aviso a caminantes: desde este espacio, queremos advertir a los padres de buena voluntad que vigilen qué tipo de lecturas realizan sus hijos/as. La embrutecida y anestesiada sociedad española de nuestro tiempo (inmersa en estos momentos en el prefabricado debate de la eutanasia) debería estar alerta ante la amenaza que esta clase de libros comporta, en cuanto alimento espiritual negador y nihilista de una generación tan ayuna de referentes espirituales sólidos, a la que le ha sido amputado lo mejor de su tradición secular, que, no lo olvidemos, es CATÓLICA, APOSTÓLICA y ROMANA.