DEFENSA DE LA HISPANIDAD
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Fidel García Martinez Si alguien se propuso con argumentos sólidos y convincentes defender la noble y grandiosa idea de Hispanidad ese fue Ramiro Maeztu. Hoy como en su tiempo no faltan los detractores que atacan esta noble idea sin más argumentos que el desprecio y el cinismo. En estos tiempos calamitosos en los que se cuestiona toda la historia de España y sus grandes epopeyas, especialmente su gran legado en los países hispanoamericanos (religión, idioma, cultura literatura arte universidades, colegios (…) es necesario rescatar del olvido y del desprecio las sólidas y profundas ideas del autor de la Defensa de la Hispanidad, atacada con impiedad, falsedad y rencor por la leyenda negra, que aún hoy en la misma España tiene sus seguidores más fanáticos.
Para Ramiro Maeztu el gran problema de la España de su tiempo, era como hoy no la economía, sino la política, el Estado y la educación. Para Maeztu, la España de ahora, como la de su tiempo, tiene que volver a descubrir su gran legado histórico, del que mucho reniegan con despecho y prepotencia. La España de ahora no es sino la sombra de aquella España que fue el brazo de Dios en la Tierra. Para Maeztu la tragedia de España es que ha olvidado todo lo que la hizo grande: su mística, su religión y moral. Ya vio como la renuncia de España a sus grandes ideales la condujo a la desestructuración y a estar invertebrada. Para Maeztu la gran crisis de España no está en haber querido experimentar las grandes ideas del liberalismo y del socialismo, con sus místicas laicista y secularizador, que prometen la liberación redención del género humano, sino en haber abandonado las raíces cristianas sin las cuales la Historia Real de España ni tiene sentido ni es comprensible.
Como decía Maeztu de la España de su tiempo, como la de hoy, se halla en una crisis tan profunda que no sabe si podrá salir de ella. Escribe Maeztu, casi una premonición: “A esta España de ahora que vive como si estuviera más del mundo, y no es sino una sombra de gran nación, sólo le queda volver a los grandes ideales actualizados a los tiempos tan complicados y difíciles cuyos síntomas más dolorosos son el terrorismo y el independentismo. Como escribe Maeztu el alma del hombre, como las naciones, necesitan perspectivas infinitas hasta para resignarse a limitaciones cotidianas.