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Diario YA


 

este culto a la cultura es un iceberg de hipocresía

Dejadez en el patrimonio español

Víctor Corcoba Herrero. Nunca se nos ha llenado la boca tanto de cultura como en el momento actual, aunque parece que no pasa de ahí. Servidor se atrevería a decir que este culto a la cultura es un iceberg de hipocresía. Por supuesto, nada vivificante. El grueso de indiferencia, o de partidismo hacia una historia determinada, a la hora de acoger culturalmente el espíritu de nuestras propias raíces, es público y manifiesto. La realidad es la que es y se puede constatar fácilmente. A poco que uno se acerque por los caminos de nuestra memoria histórica, verá que el grosor de abandono de nuestros monumentos, de nuestros espacios documentales, alcanza límites insostenibles. No me coge de sorpresa, pues, que España figure como tercer país entre los que menos protegen y cuidan su patrimonio. El pasado cultural, el patrimonio del esfuerzo creativo de las ideas y de las manos, de generaciones animadas por el espíritu creador, arraigado en sus costumbres, no puede perderse. Este acervo es el que nos engrandece y nos da sostén de personas cultas, o lo que es lo mismo, de personas libres.

Si los inmuebles y objetos muebles de interés artístico, histórico, paleontológico, arqueológico, etnográfico, científico o técnico, al igual que el patrimonio documental y bibliográfico, los yacimientos y zonas arqueológicas, así como los sitios naturales, jardines y parques, que tengan valor artístico, histórico o antropológico, no se salvaguardan desde las  administraciones públicas, en poco tiempo dejaremos de tener ese patrimonio extenso y variado, resultando baldío promocionar un turismo cultural que acabará decepcionándose. Las Comunidades Autónomas han asumido las competencias en materia de protección de patrimonio histórico y han redactado su propia legislación. El Ministerio de Cultura debe colaborar y hacer el papel de coordinador, especialmente a través del Consejo de Patrimonio Histórico. Mucho me temo que unos por otros la casa sin barrer.

Con el avance de las tecnologías pienso que sería fácil hacer una catalogación, un inventario, registro y documentación de bienes, para poder analizar de dónde proviene esa desidia en el patrimonio. Sería interesante ver, por ejemplo, en que se gasta el 1% cultural de Inversión en Patrimonio Histórico. Multitud de abadías, monasterios y conventos requieren obras de emergencia, máxime cuando hoy se camina hacia un turismo cultural y religioso que responde al deseo y voluntad del turista por buscar experiencias significativas que le trasformen interiormente. Considero también fundamental planificar un sistema coherente de conservación preventiva de monumentos y obras de arte. En suma, que todo lo que se haga en favor del patrimonio es tan sensato como cabal. Lo que no podemos es seguir ocupando los primeros puestos en el ranking de países que menos guarecen su patrimonio.  Vaya publicidad.