Fina Millán-Hita. Acabo de asomarme a algunos periódicos y - horrorizada - he vuelto a cerrarlos. La avalancha de malas noticias me ha provocado gran zozobra y un terrible dolor de cabeza. Los augurios son muy pesimistas: caso Faisán, donde un fiscal pretende que olvidemos que alguien importante dió un chivatazo a la banda terrorista eta; los sindicatos se amontonan y acurrucan frente a la caja del gobierno, en lugar de hacer algo por los trabajadores; La Generalidad de Cataluña se empeña en ocultar los cientos de "informes", todos ellos fraudulentos, encargados a sus amigos; el Palau de la Música, saqueado por su más alto directivo. Además, algunos ministros nos han salido "maquilladores": Salgado maquilla las cuentas, Corbacho maquilla las cifras del paro, Rubalcaba maquilla la situación de las escuchas ilegales, Aido maquilla la tasa de solicitudes de abortos, Jiménez maquilla la edad en que una niña puede abortar; Sinde maquilla las ayudas al moribundo cine español, Chacón maquilla el por qué nuestros soldados mueren en Afganistán, la Junta de Andalucía aprueba a estudiantes de Biología con notas de 2 para maquillar las adversas estadísticas... Pajín debería maquillarse... Y así, sucesivamente. Por si todo ésto se le antojara poco a alguien, acabo de enterarme del inmisericorde y codicioso talante de Pilar Barden, que ahora pretende cobrar un impuesto revolucionario a los enfermos de los hospitales que tengan la osadía de encender la televisión para aliviar un poco su dolida estancia en el establecimiento sanitario ¡Socorro! Ésto no hay quien lo arregle. ¡Por favor! Paren a España en la próxima estación, que me bajo...