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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

Del comunismo bolchevique al bolivarismo chavista

 “El reloj del comunismo ha dejado de funcionar. Sin embargo, su construcción concreta aún no ha llegado a caer. Por esa razón, en lugar de liberarnos a nosotros mismos, debemos tratar de salvarnos de ser aplastados por sus escombros” (Aleksamdre Solzhenitsyn)

 
Miguel Massanet.  Es posible que en Europa, en la Europa conocida por la “Occidental”, en contraposición a aquella que se cobijaba detrás del Telón de Acero, dominada por la dictadura comunista de la URRS, llamada la del “Este”; se exhalara un gran suspiro de alivio cuando, el 9 de noviembre de 1.989, se produjera la caída de aquel ignominioso símbolo de separación, exclusión y opresión, representado por aquellas odiosas piedras teñidas de sangre (a costa de los cientos y miles de alemanes del este, masacrados por querer intentar traspasarlo para recobrar la libertad que se les negaba en aquel pozo del comunismo soviético), mundialmente conocido como el Muro de Berlín. “Un espectro recorre Europa, el espectro del comunismo” decía Karl Marx, y fue cierto durante los años en los que, casi toda Europa, estuvo pendiente de las revoluciones comunistas impulsadas en las naciones europeas por los activistas del “frente popular”. España fue una de las más afectadas por aquella corriente totalitaria y esto le costó una guerra fraticida que fue el preludio de la II Guerra Mundial.
 
Sin embargo, las palabras proféticas del autor del “Archipélago Gulasch”, se han cumplido y aquel comunismo totalitario y absolutista, aquel sistema opresor y dictatorial, no sólo no ha desaparecido, sino que, en un movimiento pendular, como si un inmenso compás lo trasladase de continente; durante las últimas décadas y aprovechándose de un neonato indigenismo reivindicativo; de la evidencia de una serie de gobiernos corruptos, que poco o nada hicieron por sus pueblos y sí mucho para sus fortunas personales, y por el trabajo constante de agitadores, que se aprovecharon de los errores de los conquistadores hispanos para crear una hostilidad manifiesta en una parte, las más manejable y menos culta, de las naciones hispano americanas –aquellos indígenas que siempre fueron las víctimas de los sucesivos dictadores, fueran capitalistas o fueran los autodenominados “salvadores de la patria” –  ha renacido con más fuerza si cabe, pero con el mismo carácter dictatorial, golpista, totalitario y destructivo que lo vino caracterizando durante los años de dominio de la Unión Soviética.
 
Ahora Chávez, Evo Morales, Cristina Kirchner, Daniel Ortega, Fernando Lugo, Raúl Castro y Rafael Correa representan la nueva ola de los llamados caudillos bolivarianos que, bajo esta rimbombante denominación, esconden lo que, en realidad, no es más que un nuevo comunismo remozado y teñido del exotismo hispano americano que, como en el caso del soviético, poco tiene que ver con un reparto igualitario de los bienes y riquezas de sus respectivas naciones; sino que, al contrario, siguen manteniendo en sus naciones, unos más y otros menos, su endémica pobreza y miseria para los más desfavorecidos. Sólo han conseguido que, a la pobreza en la que sumieron al pueblo los dictadores capitalistas que los precedieron, gracias a sus política económicas, a sus despilfarros y a su incapacidad para otra cosa que no sea la demagogia y la incitación al pueblo a culpar de todo el mal que le acosa a las naciones capitalistas que los rodean y cuya riqueza, libertades y progreso odia, precisamente, porque se ve incapaz de conseguirla para sí mismo. Dice el historiador español, Jorge Vilches García: “Dictadores hispanoamericanos. Del buen salvaje al buen gorila. El europeo parece que sólo se siente aceptado cuando admite la culpa de sus antepasados, acusados de generar el atraso de las sociedades hispanoamericanas. ¡Y eso que son independientes desde hace casi doscientos años!”. 
 
Es evidente que, los EE.UU de América, con sus abusos, sus imposiciones comerciales, la explotación abusiva que, sus compañías, han venido haciendo de los recursos de los países sobre los que han ejercido un protectorado opresivo y su desprecio por las respectivas culturas; han constituido uno de los objetivos inmediatos de las revoluciones bolivarianas que, por simpatía, se han ido extendiendo al resto de países y, en especial se ha venido convirtiendo en una injustificada ojeriza hacia la Madre Patria, a la que acusan de su retraso, sin tener en cuenta que ya llevan doscientos años de independencia y no han sido capaces de ponerse ( más que unos pocos de ellos) a un nivel europeo. Es posible que, muchos de ellos, no lleguen a asimilar que el único puente que puede aproximarlos a Europa, tanto por la lengua como por la similitud de costumbres y por las ayudas que las empresas españolas pueden darles para mejorar sus macilentas economías es España, que pude ayudarles a mejorar la explotación de los inmensos recursos, de orden energético, mineral y agropecuario de los que andan tan sobradas.
 
Hugo Chávez y, más recientemente, la seudo peronista, Cristina Kirchner, no parece que quieran que Europa recobre la confianza en la seriedad de sus países, Venezuela u Argentina. Se empeñan, como aquel que le da patadas al aguijón, en poner lejanía con aquella nación, España, con la que deberían haber establecido relaciones más estrechas si lo que de verdad quisieran, fuera ayudar a sus respectivas ciudadanías a salir de la difícil situación a las que los ha llevado una postura demagógica y reduccionista de la política  económica, financiera y social, que las ayudaría a salir de sus problemas. Algo que será imposible si pretenden sumergirse, como hace la señora Kirchner, en una especie de aislacionismo, prescindiendo de sus compromisos adquiridos y practicando nacionalizaciones que sólo la llevarán a un colapso, al prescindir de personal especializado, técnicos, financiación y tecnología de la que ellos no disponen. Lo malo es que, quienes pagarán los platos rotos serán, en definitiva, los propios argentinos y  venezolanos que, por lo visto, no han acabado de comprender que existen unas reglas económicas mundiales, que no se pueden obviar si no se quieren quedar reducidos a países robinsonianos, solos en un mundo global.
 
El comunismo stalinista, el de la estatalización de la producción y el rearmarse hasta los dientes, para intentar imponerse al resto de naciones; se ha demostrado que no tenía porvenir y que acabó por desmoronarse sobre sí mismo como si fuera un castillo de naipes arrasado por el viento. El ejemplo de una Corea del Norte o de un Islam que, en lugar de elevar el nivel de vida de sus ciudadanos, se dedican a prepararse para una utópica contienda, aparte de resultar muy peligroso para el resto del mundo y ser una amenaza constante para la paz mundial; no es más que una insensatez; ya que sus objetivos, aparte de causar una catástrofe nuclear, nunca conseguirán el éxito que consistiría en someter al resto de países a sus chantajes. Lo peor para ellos es que, en la miseria de su pueblo, está el germen que acabará por derrocarlos de los púlpitos en los que se han instalado, como ha ocurrido con todos aquellos dictadores que han existido en este planeta. O así es, señores, como veo la inestable situación de aquellos países.