Mª Elena Vizcarro Villalonga. El dicho popular “Las cosas son como son, no como nos gustaría que fueran” constata la percepción de que existe una verdad objetiva. Otra cuestión es la incapacidad humana para conocer la realidad en todas y cada una de sus expresiones y manifestaciones.
Los derechos humanos no son una concesión del poder sino que éste ha de reconocerlos en la medida que permiten a la persona su desarrollo en la sociedad.
En España bajo la bandera de la expresión de los derechos humanos se está erosionando el ejercicio de muchas libertades fundamentales de las personas. La estrategia: se eligen las minorías que se van a proteger en perjuicio de otros. Se afirman categóricamente sus reivindicaciones, que siempre se hacen a costa de los derechos de las mayorías. Así quienes no comparten lo que ellos dicen, son amedrentados, provocados por las minorías dirigentes y ridiculizados.
El caldo de cultivo que hace posible esta operación es relativizar los derechos humanos. Si son relativos dependen del que esté en el poder para poder limitar la libertad de expresión, impedir la libertad de elección del colegio por los padres, promover determinadas líneas de investigación en materia de manipulación de embriones etc.
Una confusa ideología de la libertad conduce a un dogmatismo que cada vez se revela más hostil contra la libertad