Despertar rojigualda coincidiendo con el aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco
José Luis Orella. El triunfo de la selección en el campeonato del mundo de fútbol ha producido un increíble despertar patriótico, divorciado de la política, y que han protagonizado especialmente jóvenes e inmigrantes. Ciudades extrañas a la bandera nacional, por el miedo a las amenazas nacionalistas, como Bilbao, Barcelona o Pamplona, disfrutaron de movilizaciones masivas, que en el caso de la capital catalana llegaron a los 75.000 seguidores rojigualdas. Gritos de guerra, tan llamativos como: Soy español! Español! Español! Se pudieron oir por toda la plaza del castillo de Pamplona, en estos sanfermines, ante la desesperación de los proetarras, que intentaron evitarlo a través de sus sicarios.
No cabe duda que estos futbolistas han conseguido con su triunfo lo que nadie, recordar a esta sociedad que son una comunidad nacional, plural en sus componentes, y que todos juntos pueden hacer cosas increíbles, como demuestra nuestra historia. Un equipo sin figuras, pero con un fuerte compañerismo, y donde reinan los buenos principios inculcados por una generación de buenos entrenadores y técnicos. Su victoria ha arrebatado a las generaciones más jóvenes de las garras criminales de unos nacionalistas que incentivaban el apoyo a cualquier rival que tuviese España en su camino hacia el triunfo. Lo importante en estos momentos, es comprobar que España existe, que no ha desaparecido de los corazones de sus ciudadanos después de años de autonomías nefastas que esquilman sus arcas, y que los nacionalistas deben quedarse en sus guaridas esperando se pase la tormenta rojigualda.
Este triunfo ha coincidido con el aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco, que concentró en su figura el rechazo unánime de la sociedad española al terrorismo, pero que fue boicoteado por un nacionalismo vasco gobernante que impidió el fin del apoyo social al terrorismo. Aprendamos la lección, que este nuevo despertar sano y patriótico, que muestra su alegría integradora, gracias a los triunfos de los deportistas españoles, no se vea empañado por los egoísmos locales de los nacionalistas, ni de los separadores antivascos o catalanes, que también intentaban responder con su veneno.
Felicitaciones a la selección por haber sabido sacar lo mejor de nosotros mismo, y haber insuflado de orgullo patrio los pechos de millones de españoles.