DOCE DE OCTUBRE : MUCHO MÁS QUE LA FIESTA NACIONAL
PEDRO SÁEZ MARTÍNEZ DE UBAGO
Terminando la Novena a la Virgen del Pilar, cabe llamar la atención sobre estos días, en muy diversos sentidos, tan particularmente españoles, hispánicos y universales. Sobre una tradición no exenta de documentación histórica y arqueológica que se remonta al año 40 de nuestra era, es muy reciente (Ley 18/1987, de 7 de octubre) la declaración de “Fiesta Nacional de España, a todos los efectos, el día 12 de octubre”. Dicha Ley, en su exposición de motivos, no sin razón, afirma: “La fecha elegida, el 12 de octubre, simboliza la efemérides histórica en la que España, a punto de concluir un proceso de construcción del Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política, y la integración de los reinos de España en una misma monarquía, inicia un período de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos”.
Sin embargo, el 12 de Octubre y la Fiesta del Pilar van mucho más allá tanto en el tiempo como en su significado de esta ley del gobierno socialista y ateo de Felipe González. La comunidad cristiana de Caesaraugusta es una de las más antiguas de España, cuya existencia ya se documenta en torno al año 254 en el epistolario de San Cipriano.
Igualmente, nos consta que, cuando en el 716 los musulmanes capturaron Zaragoza, la religión cristiana fue permitida y el templo del Pilar, que pasó a ser catedral, se convirtió en uno de sus baluartes. Durante aquella época, según las crónicas, se formaría la Cofradía de la Bienaventurada Virgen María del Pilar. Documentado está también que, la misma Virgen que todos veneramos en Zaragoza, es una imagen navarra, realizada en los talleres de Olite por Juan de la Huerta, que fue regalada a Zaragoza por la reina Blanca de Navarra (1425-1441), junto con un donativo en metálico para la reconstrucción del templo, después de que un incendio destruyera la basílica zaragozana años antes. Y más documentación y milagros se podrían aportar hasta que, muy posteriormente, el papa Clemente XII, el pontífice que, en 1738 promulgara el primer decreto papal contra los francmasones, concediera oficio propio para la fiesta y dictaminara el 12 de octubre como fecha para la celebración de la «festividad de la Virgen María Aparecida en Carne Mortal».
Hablando de la Reina Blanca de Navarra, madre de Carlos, Príncipe de Viana y esposa de Juan II de Aragón, hay que decir que fue esta reina propietaria de Navarra quien en 1433 fundó la Orden de Nuestra Señora del Pilar, en agradecimiento a su milagrosa curación de unas fiebres que ella atribuyó a la Virgen del Pilar. Esta Real Orden tuvo como primer Maestre al príncipe Carlos, legítimo heredero de la Corona de Navarra, y estaba compuesta –curiosidades de la numerología de la época- por doce caballeros nobles o “escuderos de estado”, uno por cada grada del templo de Salomón, y nueve damas, una por cada mes de gestación de la Virgen, también de la nobleza navarra, a los que se podía añadir, por méritos especiales, hasta 12 caballeros de otros reinos. Y esta Real Orden nunca tuvo un carácter militar sino un fin caritativo, ayudar a viudas, dotar a doncellas pobres…
En estos tiempos de persecución de los católicos, conviene recordar que, por obra de España, la Virgen del Pilar se venera, donde moraban lo que la Constitución de Cádiz llama “españoles de ambos hemisferios”, en numerosos países europeos y en los continentes de América, Venezuela, México, Ecuador, Uruguay, Panamá, Perú, Estados Unidos, etc.; Asia Zamboanga, o en Baguio, Baleno, Bulalacao, Cayagán, etc. (Islas Filipinas), Ahmedabad, Anand, Bombay, Goa, Malabar, Nadiad, Puttemplay, Vinalaya… (La India), Bui-Chu o Nghia-Chinh (Indochina), Hiroshima, Imabari, Sophia, Tokio (Japón); Jerusalén (También de la Corona de España); y África: Annobón, Anvan, Biapa, Cla-ret, Cabo San Juan, Honrubia o Ngokuga… (Guinea), Alkararquibis o Tetuán (Marruecos), Asafo (Ghana), Bátete, Benguela (Angola), Jarache (Marruecos), Katanga (Kenya), Río Martín, Rubén Gheri (Rwanda)…
Celebrada a lo largo y ancho de toda la nación española y el Imperio en que no se ponía el sol, la Virgen del Pilar, es también, Patrona de la Hispanidad y del Benemérito Instituto de la Guardia Civil, de Zaragoza, de Aragón, y de numerosas localidades de España; y en el 12 de octubre, se celebra también el “Día de la Raza”, cuando es imposible determinar un algo étnico en la mezcolanza española de moros, judíos, germanos, celtas, iberos, y más aún en otras etnias africanas y euroasiáticas. Esto resultaría incomprensible si lo desvinculáramos del espíritu evangelizador de la Monarquía Católica, que permitió hacer realidad la enseñanza Paulina: “No hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gal 3, 28).
Y es que observando a hombres y mujeres de Hispanoamérica que vienen a España: lo mismo criollos que descendientes, puros o mestizos, de las diversas etnias indígenas de Ecuador, Perú, República Dominicana, Méjico, Venezuela, Guatemala, Argentina, Colombia, Chile o Paraguay… por citar algunos países, una de las cosas que más sorprende es que, blancos y más o menos cobrizos y morenos indígenas de ojos rasgados, casi todos, a la hora de hablar del día 12 de octubre, hablan del “Día de la raza”.
Esto me ha hecho reflexionar y, pensando y reflexionando, una de las cosas que he hecho ha sido mirar en el diccionario qué es, exactamente eso del racismo, y he hallado dos acepciones: 1-” Exacerbación del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro.”; y 2-”Doctrina antropológica o política basada en este sentimiento y que en ocasiones ha motivado la persecución de un grupo étnico considerado como inferior.”
La primera de ellas puede considerarse humanamente aceptable. La segunda no, ya que es la causa de atrocidades como la esclavitud; de genocidios como los que tuvieron lugar en los Estados Unidos con los indios, o en el Israel de hoy con los palestinos; y, sin salir de España, de imbecilidades como las que suelen predicar los hijos de Sabino y su entorno, así como de barbaridades como la violencia racista de diversos grupos políticos, ultras futboleros…
Puede ser legítimo que ningún aire nos parezca tan fino como el de nuestra tierra o ningún césped más tierno que el suyo, pero a la hora de la verdad, si el patriotismo fuera la ternura afectiva, los hombres cederíamos en patriotismo a las plantas, que nos ganan en apego a la tierra. Por eso, ahora que, con el pretexto de la “memoria” se quiere revisar y manipular la historia o dejar a cada Comunidad inventar la suya, puede ser un buen momento para lograr que todos los pueblos de España sintamos, no ya el patriotismo elemental con que nos tira la tierra, sino el patriotismo de lo trascendental, el patriotismo de la gran España.
Centrándonos en el problema de qué es la raza, vemos que el vocablo RAZA tiene diferentes usos. Según la biología, hay un género, el humano, varias razas (blanca, negra , amarilla...) más subespecies ( blanca celta , blanca eslava , blanca judía...) lo que , sin dejar de ser cierto , se opone a otros principios no menos ciertos, como el que dice: sólo hay una raza, la raza de los hijos de Dios, como dice san Pablo, “ya no hay judío ni griego, ni esclavo ni libre, ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gal 3, 28) y sólo en tal creencia se fundamenta que personas tan dispares celebremos el Día de la raza.
Si trascendemos los valores materiales y buscamos en la persona su componente espiritual e intelectivo ¿no encontraremos elementos como la lengua, la cultura, la religión, el folklore... que son, en sí y por sí, más importantes que el color de los ojos, la piel o el RH sanguíneo? Respondiendo a esto, podrá comprenderse que nuestros hermanos de Hispanoamérica celebren el doce de octubre el Día de la raza. Pero luego surge otro interrogante ¿Por qué a los españoles nos apura llamarlo así?
Quizá sea una explicación el que no tengan una conciencia histórica clara de la gran obra de España, o la poca que se tiene suele ser la que se nos quiere imponer desde fuera, exigiéndonos, incluso la petición de un absurdo y disparatado “perdón”, quizá, para matar el espíritu y cortar las alas que cantaba Rubén Darío al decir “¿Quién será el pusilánime que al vigor español niegue músculos / y que el alma española juzgue áptera ciega y tullida?” Sólo con esta respuesta puede explicarse que cada vez se hable menos de España y más del Estado de las Autonomías; que los españoles seamos los únicos europeos que nos creamos la “leyenda negra”; que el Gobierno de España cierre los ojos a América para tender las manos mendicantes a Unión Europea, pasando de poner picas en Flandes a soportar que nos piquen en Bruselas o Estrasburgo.
No me opongo a la enseñanza en los colegios de la segunda lengua extranjera y la regional cuando proceda y se desee, sin imposición ni chantaje; ni me opongo a que, se busque profundizar particularmente en la historia de cada tierra. Precisamente, en Navarra tenemos una gran historia que, si fuera mejor conocida, sería menos manipulable por los pelafustanes del entorno aberzale. Sin embargo, con las últimas reformas educativas, particularmente en lo concerniente a las humanidades, se ha suprimido lo que, para la formación integral de la persona aportan materias como griego, latín, arte, música, filosofía, literatura, historia…
Con estos conocimientos los jóvenes de hoy, hombres de mañana, podrían comprender mejor quiénes y qué somos, de dónde venimos, a dónde vamos y hacia dónde deberíamos ir. Así se comprendería también el verdadero valor de que al Doce de octubre se le llame Día de la raza. Así se entendería que América es para España, no sólo la anchura del mundo mejor abierta a su influencia cultural, sino uno de los mejores títulos que España puede alegar para reclamar un puesto preeminente en Europa y en el mundo. Así se entendería mejor que. España es varia y es plural pero sus pueblos varios, con sus lenguas, sus usos, sus características están unidos irrevocablemente en una unidad de destino en lo universal. Sólo así se podrá interpretar en su verdadero sentido el hecho de que Rubén Darío, nicaragüense universal de origen mestizo, titulara un poema Salutación del optimista y lo concluyera con estos versos:
Un continente y otro renovando las viejas prosapias,
en espíritu unidos, en espíritu y ansias y lengua,
ven llegar el momento en que habrán de cantar nuevos himnos.
Latina estirpe verá la gran alba futura,
en un trueno de música gloriosa , millones de labios
saludarán la espléndida luz que vendrá del Oriente ,
Oriente augusto en donde todo lo cambia y renueva
la eternidad de Dios , la actividad infinita.
Y así sea esperanza la visión permanente en nosotros.
¡ Ínclitas razas ubérrimas , sangre de Hispania fecunda!
Todo el mundo, en estos últimos años, está sufriendo los efectos de lo que no sé si denominar “plandemia” o “pandemia”, que tantos estragos ha causado en todos los aspectos de la sociedad, desde la economía hasta libertades y derechos fundamentales como el derecho de culto. Pero en Zaragoza se ha hecho algo para ayudar a los fieles: se ha despojado todo este tiempo a la Virgen del Pilar de sus mantos a fin de que todos los fieles pudieran contemplar el Pilar original y, en el alma y la oración arrimarse y abrazarse a Él. Por eso deseo concluir con la oración contenida en el Himno a la Virgen del Pilar, compuesto en 1908, con letra de Florencio Jardiel y música de Juan Bautista Lambert:
“Virgen Santa, Madre mía,
luz hermosa, claro día,
que la tierra aragonesa/ te dignaste visitar.
Este pueblo que te adora,
de tu amor favor implora
y te aclama y te bendice
abrazado a tu Pilar.
Pilar sagrado, faro esplendente,
rico presente de caridad.
Pilar bendito, trono de gloria,
Tú a la victoria nos llevarás.
Cantad, cantad
himnos de honor y de alabanza
a la Virgen del Pilar”.