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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

La diplomacia de ZP

Donde se habla de cobardía, traición y desvergüenza

Miguel Massanet Bosch

Si no fuera porque los ciudadanos de a pie estamos ya acostumbrados a la forma de expresarse de nuestro Presidente,  –esto de “nuestro” es meramente un formulismo, porque mío, este señor, no lo es –; es posible que nos tomásemos en serio estas palabras que nos ha mandado desde China, para calmar la sensación de irritación que, como si fuera un prurito o prurigo, como prefieran, nos está escociendo en el alma, a los españoles que nos sentimos todavía como tales; cuando vemos como, un chiquilicuatro cualquiera, el más desgraciado de los árabes de Marruecos, se nos sube a las narices y nos trata a baqueta sin que ni el Gobierno, ni el PSOE, ni los ciudadanos que votaron a los socialistas, ni los de la farándula se sientan molestos, expresen su ira o muestren sus quejas, ante tamaña ofensa, movidos por el patriotismo, este sentimiento ahora en desuso que, en otros tiempos, era el orgullo de nuestra raza. Para Zapatero, el bajarse los pantalones ante el sultán Mohamed VI, para ponerle a su disposición salva sea la parte, no es más que “Hacer una diplomacia inteligente”. Si señores, esta es su forma de expresarse, hermoseando con palabras rimbombantes lo que solo es una muestra más de su incapacidad para gobernar nuestra nación. Ahora nos explicamos como, desde que el PSOE se hizo con el poder, han salido tantos españoles del armario, dirigidos por el señor Zerolo. Era, evidentemente, para exhibir sin ambages sus “políticas inteligentes”.

¿Recuerdan ustedes a aquellos de la farándula?, ¿aquellos que pusieron de moda el signo de la ceja, imitando las hirsutas pilosidades superciliares de ZP?, pues, después de tanto jaleo, manifestaciones, críticas, insultos y descalificaciones para el señor Aznar y el PP, por el envío de tropas a Irak, no a luchar (como pretenden hacer creer), sino en misiones de retaguardia y, en especial, hospitalarias; ahora, cuando nos están masacrando en Afganistán y el Líbano; cuando no paramos de enviar nuevas remesas de tropas de refresco, mal armadas y peor pertrechadas, para satisfacer al señor Obama; cuando tenemos a 1.500.000 parados por la desastrosa política económica del de la ceja, ¿dónde se han metido?, ¿ dónde está escondido el señorito  Bosé, la señora Bardem, la familia Diego, la Ana Belén y su marido y toda esta secuela de “acomodados” miembros de la farándula, que tanto se rasgaban las vestiduras cuando nos gobernaba Aznar? Por cierto, en un país ejemplar por su economía y recuperación espectacular. ¿Es que los muertos, los soldados fallecidos en campaña, no en ONG’s, no son tan españoles como los que regresaron, vivitos y coleando, de su expedición a Irak? Estos arribistas, como ya se empieza a notar, han comenzado a “recoger velas” ante el ocaso de ZP, y los hay, “conversos”, que ya se aprestan a mudar de piel, como hacen las serpientes, para dotarse de otra de distinto color, seguramente azul, que sustituya la  roja que lucían cuando el, tóxico ZP, los tenía comprados con sustanciosas subvenciones.

Y es que, señores, el comportamiento de España con su antigua colonia del Sahara, ha sido y es lamentable. Se les concedió, a los saharauis, la independencia que venían pidiendo para que fuesen, como tantos otros pueblos –muchos de ellos antiguas colonias de la Commonwelth, Holanda, Francia, Alemania que, también lograron su emancipación de sus colonizadores –, los que decidieran sobre su propio destino, los que se autogobernaran, construyeran su propia democracia, se dieran  sus instituciones y leyes y, en fin, se arrancaran de encima las cadenas que les impedían ser ellos mismos. No supimos, no quisimos o no nos atrevimos a ejercer nuestro tutelaje para que el Sahara culminase, pacífica e independientemente, su parto hacia su autogestión y permitimos que, la voracidad de Marruecos, sin derecho alguno a hacerlo, basándose en su proverbial amistad con los EE.UU. –que ha preferido fiarse del Mohamed VI a hacerlo de España, para poner coto a las amenazas del Islam y su terrorismo hacia occidente; como también pensaron en Turkía, para que les sirviera de baluarte frente a naciones fundamentalistas como el Irán, que se habían constituido en un peligro potencial para la paz y seguridad de toda Europa ( el gobierno actual de esta nación, de tendencias teocráticas, no parece que garantice lo que se esperaba de los turcos) – en la cual se han venido apoyando, para no dejar de reivindicar sus supuestos derechos territoriales sobre nuestras ciudades de Ceuta y Melilla, pretensión que, como se veía venir ante la ambigua postura de España con respecto al nuevo gobierno del Sahara ex español; se apresuraron a ampliar en cuanto atisbaron la posibilidad de incorporar, a Marruecos, aquella parte del continente africano que acababa de ceder España.

En lugar de actuar con firmeza (no, como pretende ZP, con lo que él considera una “diplomacia inteligente y sensata”) –para justificar el mayor acto de cobardía e irresponsabilidad de un Gobierno para con una de sus antiguas colonias –, toda la diplomacia desplegada por el gobierno español, respecto al contencioso del Sahara, en lugar de mostrarles apoyo a los independentistas saharauis; ofrecerles apoyo, instruirles y venderles los pertrechos precisos para su defensa y desarrollo; se ha centrado en ponerse a disposición del reino alauita para ayudarles ( recuerden las vergonzosas visitas de Moratinos al sultán para apoyarle en el tema de la anexión del antiguo protectorado español); postura similar a la de la ONU que, en lugar de defender a la nueva nación, no ha dudado en darle largas al tema, a dejar que transcurran los años, sin tomar la decisión adecuada, permitiendo que Marruecos se haya hecho militarmente con el territorio, de modo que, por el sistema de los hechos consumados, se haya establecido, manu militari, como ocupante de facto sobre los saharauis; que sólo cuentan con el pírrico apoyo del Frente Polisario para reivindicar sus derechos.

Algunos se tomaron a pitorreo el tema de las reivindicaciones marroquíes y el despliegue del ejército español para defender aquella pequeña isla; la isla Perejil; no obstante, no hay que olvidarse que de pequeñas causas, en ocasiones, surgen grandes efectos, porque de haberse cedido entonces, de haber actuado, como dice ZP, con “diplomacia inteligente”, nadie se extrañaría de que, en estos momentos, en las ciudades de Ceuta y Melilla ondearan las banderas del Reino de Marruecos. Es el sistema habitual para “no mojarse”, el utilizado por los que siempre retroceden ante el enemigo, el de la cobardía diplomática, la cesión ante la amenaza, el del señor Chamberlain ante la cancillería de Hitler; el ir cediendo, el retroceder palmos para acabar corriendo perseguido por el enemigo y aherrojado por la cobardía. Zapatero ha dado cuartel a los nacionalismos y estos se han tomado su parte del león; ha permitido la inmigración indiscriminada y esta ha invadido a España y ahora forma parte de la gran masa desocupada; ha gastado las reservas del Estado en favorecer a sus comparsas, conceder beneficios imposibles de sostener, dictando leyes que no se podían mantener y endeudándose para pagar lo que se gastaba de más y luego, otra vez, para pagar nuevas deudas y así, en una cadena infinita, cuyo final, si no nos libramos de su yugo, no puede ser otro que acabar con la quiebra del Estado. Quiebra económica, quiebra social, quiebra de valores y quiebra del Estado como tal; descompuesto como nación y traicionado como patria, abandonado en manos de aquellos que perdieron la Guerra Civil para luego ganarla por medio del engaño, la destrucción de los valores tradicionales, la corrupción de las costumbres, la implantación del libertinaje, la abolición de la estructura familiar; para culminar su labor destructiva con la cesión a nuestros tradicionales enemigos del sur y a los separatistas de los restos, hechos jirones, de la poco que queda de la “muy católica” España. ¡Dios los confunda a todos!