Diario Ya. Ya han llegado este jueves a Bruselas los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea para protagonizar dos días históricos de una enorme trascendencia política y económica. Está por decidir nada menos que el futuro del euro y la estabilidad inmediata de la economía española e italiana. Los veintisiete representantes europeos tratarán de convenir y estabilizar la crítica situación económica que existe en Europa y la unión monetaria.
El presidente del Consejo Europeo, Herman Van Rompuy, en colaboración con los presidentes de la Comisión Europea, el BCE y el Eurogrupo, ha elaborado un informe que resume el camino a seguir en la eurozona para avanzar hacia una mayor integración bancaria, fiscal y económica. Seguido del planteamiento inicial del que parte cada uno de los miembros.
Es muy importante que se alcance en esta cumbre de dos días un acuerdo que defina con claridad lo que se debe hacer. Se propone una "genuina integración económica y monetaria" durante "la próxima década" para completar lo que la eurozona debía haber hecho antes de introducir la moneda común.
La integración, según el escrito elaborado por Van Rompuy, sería en primer lugar bancaria, con la creación de un supervisor único que controlara e interviniera en su caso a las entidades financieras de la zona euro, que podría ser el Banco Central Europeo (BCE).
Además se propone la creación de un sistema de garantía de depósitos europeo que evitara el riesgo de fugas de capital de un país a otro, así como un fondo de liquidación de entidades que estaría dotado con aportaciones de los propios bancos.
En segundo lugar, sería una unión presupuestaria, con la creación de un solo 'superministerio' de Finanzas de la eurozona, con poder para intervenir los presupuestos de un país si incumplen las normas fijadas en el pacto fiscal. También podría prohibir la emisión de deuda por encima de un nivel establecido de común acuerdo salvo si estuviese justificado y contase con la aprobación del resto de socios.
En tercer lugar, la unión económica, que buscaría favorecer la convergencia de las políticas económicas de los estados miembros y definir una serie de criterios comunes. Y por cuarto último, una unión democrática, que ofrecería la necesaria legitimidad democrática a todo el proceso que supondría una inevitable pérdida de soberanía para todos los estados miembros.
Esta propuesta no aborda sin embargo la situación de la deuda de Italia y España, y tampoco habla de unas fechas concretas de actuación, con lo que se corre el peligro de una prolongación demasiado larga en el establecimiento práctico de estas medidas, cuando se necesita ahora.