Dos libros como testimonio de la historia de la zarzuela
Luis de Haro Serrano
Tras permanecer bastantes años la documentación específica en los archivos familiares, se publican por fin dos interesantes libros para el aficionado a la zarzuela: “El teatro lírico de Carlos Fernández- Shaw” preparado por el tratadista musical José Prieto Marugán y “Memorias de un libretista”, de Guillermo Fernández Shaw, un importante testimonio personal que descubre los entresijos de la zarzuela en los momentos de su mayor esplendor, editados por el Instituto del Teatro de Madrid y Ediciones del Orto
con una práctica presentación en rústica.
A raíz de la reciente creación de la “Asociación Guillermo Fernández-Shaw” y, cerca ya del 50 aniversario -2015- de su fallecimiento, sus hijos María Amalia y Carlos y sus nietos han querido que estas obras vean la luz para que sirvan de testimonio al periodo más brillante de la historia de la zarzuela.
El Teatro Lírico de Carlos Fernández Shaw
José Prieto Marugán, crítico musical y periodista, analiza con una amplitud poco corriente en estos casos, el teatro lírico del ilustre gaditano Carlos Fenández Shaw, poeta, libretista de ópera y zarzuela y periodista Ha contado para ello con esa amplia y valiosa documentación que con tanto celo y cariño conservan sus hijos y nietos y sabedor, además, del espinoso terreno por el que para ello tiene que caminar, dado que, como el mismo indica en su introducción, la zarzuela no está muy sobrada de biografías de libretistas ni de otras materias relacionadas con ella. Para abordar esta nada fácil tarea ha contado con la inestimable ayuda que le ha proporcionado su hijo Carlos. A pesar de sus quinientas páginas confiesa modestamente que esta obra no es nada más que una simple aproximación al teatro lírico de este autor nacido en Cádiz el 23 de septiembre de 1865, cuarto hijo de Carlos Fernández Matanzas y Selina Shaw Campagne. Se le bautizó con los nombres de Carlos, José Mª, Lino y Fernando. Falleció el 7 de junio de 1911 cuando tenía solo 46 años, después de sufrir durante cinco años una dura enfermedad.
Junto a sus compañeros de la carrera de Derecho empezó a interesarse por el teatro, Muy pronto empezó a correr su fama de excelente recitador.
Marugán ha estructurado el contenido de la obra en tres grandes apartados; aproximación biográfica, análisis de su obra lírica el 2º y desglose de cada una de ellas, 72 en total, el 3º, con aportación de numerosos aspectos y datos personales de cada una de ellas, sus personajes, intérpretes que las estrenaron, argumentos y una nutrida selección de las notas críticas aparecidas en diversos medios en las fechas posteriores a los respectivos estrenos, así como otra serie de comentarios y valoraciones musicales de sus partes más llamativas. Todo realizado con un alto grado de amenidad, pensado para atraer con fuerza el interés del lector aficionado a cuantos temas se relacionan con la zarzuela.. Dentro de este apartado no debe extrañarse el lector de la profundidad y extensión que el autor dedica a la “defensa del libretista” antes de que presente su trabajo al compositor. Extensión y profundidad que se justifican si se piensa en la situación que, en la época de Carlos, se encontraba la zarzuela. Funcionaba como una auténtica industria que, más que consumir, devoraba obras a una extraordinaria velocidad, para atraer al público a sus teatros, muchos de ellos sufrían los efectos de esos “sepultadores profesionales de obras”, quienes por ideas corporativistas o de competencia, nunca artísticas, se dedicaban, sin ética ni escrúpulo de ningún tipo, a reventarlas. Toda una guerra en la que nunca se hacía mención a los libretistas que solían , por tanto, permanecer en el más profundo anonimato.
Circunstancia que le llevó a intervenir activamente en la fundación de lo que más tarde sería la Sociedad General de Autores. Institución creada para defender los derechos del autor literario de las obras que se representaban, contemplada desde el punto de vista artístico y económico.
Cierra la obra un interesante anexo en el que se hace una exhautiva relación de las grabaciones realizadas en disco, video y en transcripciones cinematográficas, siempre que se traten de obras completas, no fragmentos, empresas que las llevaron a cabo y año de grabación o edición, completado con un amplio análisis de la trayectoria que a lo largo de estos años ha tenido el interesante archivo familiar de los Fernández-Show
“Memorias de un libretista”, de Guillermo Fernández Shaw
Tras permanecer más de cincuenta años en los archivos de la familia, Ediciones del Orto y el Instituto del Teatro de Madrid acaban de lanzar “La aventura de la zarzuela! Un importante testimonio personal del gran libretista, que descubre los entresijos de este género en sus momentos de mayor esplendor.
El actual director del Teatro de la Zarzuela, Paolo Pinamonti, con el cariño y la pasión que le caracterizan cuando se trata de hacer cualquier tipo de referencia a este género tan español, hace en su presentación un jugoso comentario sobre el cambio tan radical en la apreciación valorativa que tenía en los siglos XVII y XVIII la autoría del texto literario de cualquier título, donde se le daba más importancia al libretista que al compositor, hasta que en el XIX, debido a la influencia de G. Rossini, este aspecto cambió de signo y empezó a destacarse como más importante al último, relegando a un segundo plano al autor del texto, derivándose toda la gloria de la creación de una obra hacia el compositor por considerársele como el personaje más destacado dentro de la compleja carpintería teatral que representa cualquier obra lírica, sea ópera o zarzuela.
La publicación de estas “memorias de un libretista” adquiere una especial relevancia para los aficionados a la zarzuela debido a la catarata de datos, anécdotas y citas que a través de sus más de quinientas páginas desgrana con intensa amenidad su autor, el inolvidable Guillermo Fernández Shaw, con detalles llenos de atractivo para todos los que, de alguna forma, se interesan por este mal llamado “género chico”. Denominación con la que nunca estuvo de acuerdo el director de escena Emilio Sagi, al que le gustaba mucho más la denominación de “género corto”, por considerarla mucho más real y apropiada, dadas las circunstancias que motivaron su nacimiento.
Guillermo heredó de su padre Carlos Fernández-Shaw la pasión por la escritura y, especialmente, por el teatro y la zarzuela.
Si adentrarse en el mundo de la composición de cualquiera de sus cerca de diez mil titulos que tiene registrados la zarzuela – tantos como la ópera-, para disfrutar de su música es un auténtico placer, no lo es menos hacerlo en el profundo campo de las bambalinas o entresijos de la creación de sus textos poéticos, debido a su atractivo literario y a la riqueza que aporta el conocimiento de sus contextos costumbristas, políticos , sociales y, hasta económicos o artísticos, en los que los divos de la época, tantos quebraderos de cabeza daban a empresarios y autores y, muy al contrario, tanto entusiasmo despertaban entre los aficionados que, lógicamente, permanecían alejados de sus pormenores o batallitas . De todos estas cosas, de las alegrías y penas interiores, con su gran gracejo, nos habla en estas memorias Guillermo Fernández Shaw, quien, poco a poco y de forma muy ordenada, va dando paso al conocimiento de los pilares de ese atractivo tejido que tuvo siempre la zarzuela, con objeto de que el lector pueda disfrutar con placer de ciertos aspectos íntimos de sus favoritos, de sus chulos y esos entrañables delincuentes, como los graciosos “ratas” de “La Gran Vía” o de aquellos entrañables cantábiles que surgían en torno a ellos:
Si entre mi madre y mi patria, me dieran a elegir
¡Ay madre de mi vida,
Te ibas a quedar sin mi!
“Pajarito del arroyo,
Soy na más,
Pajarito del arroyo
Cansadito de volar”
Dos interesantes anexos cierran la obra. El primero centra su atención en 158 trabajos del autor, entre zarzuelas, óperas, sainetes u operetas, en las que ha intervenido bien solo o bien acompañado por su gran amigo Federico Romero o alguno de sus hermanos, muy conocidas unas y algo menos recodadas otras como “Si yo fuera rey”, “La rubia del Far West”, “Talismán” o “La venta de los gatos”, El 2º, tan interesante como el anterior, hace alusión a otra serie de obras -22- que, a pesar de su indudable calidad artística, sin que nadie pueda explicárselo, están todavía inéditas. En este apartado se encuentra “La malquerida”, ópera en tres actos a la que puso música el gran Conrado del Campo o “Mirandolina”, ópera realizada también en tres actos basada en la obra de Goldoni del mismo título , no musicada todavía
Son solo una pequeña muestra del espíritu prolífico de su autor, que forman parte del repertorio permanente del teatro lírico español.
La reciente creación de la Asociación Guillermo Fernández-Shaw y muy próximo ya –en 2015- el 50 aniversario de su fallecimiento, sus hijos María Amalia y Carlos, unidos a sus nietos han querido que este libro vea la luz para que sirva de testimonio del periodo más brillante de la historia de “nuestra zarzuela”.