Paco Ochoa. 21 de noviembre.
Fueron dos noches mágicas y seguidas. El 14 de noviembre Nick Lowe, o lo que es lo mismo uno de los padres de la new wave británica, el día 15 Steve Winwood, o lo que es lo mismo uno de los padres del rock y el pop de ayer, hoy y, por nuestro bien, esperemos que de mañana. Las expectativas no se vieron defraudadas y los, pocos, que asistimos salimos con una sonrisa de oreja a oreja. Una sonrisa que se esfumó cuando comprobamos el reflejo que tanta grandeza tuvo en nuestros medios de comunicación tan volcados con el arte, la cultura y la música en directo. Entre escasa o nula, según la sesión que se escoja.
La cosa empezó el viernes catorce con Nick Lowe (1949, Walton on Thames) un clásico del pop y el rock de las islas que comenzó creando maravillas como Jesus of Cool (78) o Labour of Lust (79), y produciendo a gente tan respetable como Elvis Costello y Dave Edmunds, para dedicarse después a envejecer con dignidad y crear delicias de pop adulto como el magnífico At my Age (2007) que ha sido la feliz causa de esta gira. En Madrid se presentó con un grupo medido y ajustado (contrabajo acústico) que cubrió con mesura la delicada voz de Lowe y adornó lo necesario (poco) joyas como Cruel To be Kind, I Knew the Bride o Heart. Para el final, y solo con la acústica, bordó The Beast in Me una composición suya, que cantó el mismísimo Johnny Cash, y que, para el que esto escribe, es, simplemente, una de las mejores canciones de la historia.
La noche siguiente fue el turno de Steve Winwood (1948, Birmingham). Un cantante, instrumentista y compositor que ya forma parte de la leyenda de la música popular. Miembro de grupos históricos como Spencer Davis Group, Traffic y Blind Faith, desarrollo después una excelente carrera en solitario y, por el camino, intervino en decenas de obras maestras de otros músicos, desde el Berlin de Lou Reed al Electric Ladyland de Jimi Hendrix. Su concierto en Madrid fue simplemente impresionante. Con la excusa de presentar su último trabajo, el fantástico Nine Lives de este mismo año, el gran Steve pasó revista a grandes piezas de su repertorio, deslumbrando con sus teclados, su guitarra y su voz. Para el recuerdo quedan su versión de Dirty City, su recreación del eterno Dear Mr Fantasy y de un Light up or Leave me Alone con el que rindió homenaje a su compositor, Jim Capaldi, que fue batería de Traffic y gran amigo de Winwood hasta que falleció en 2005.
Y me dirán ustedes: pues yo no me enteré. Ni ustedes, ni casi nadie. El concierto de Nick Lowe mereció dos breves reseñas en dos periódicos. El de Winwood ninguna, con la excepción de una línea para contar que el siempre inteligente Rodrigo Rato asistió al concierto. Así va la cultura de masas y el amor de los más jóvenes por la música, así el periodismo especializado y la venta de discos. Para echarse a llorar si uno no estuviera ya curado de espanto.