Dos monjas (vivas) que suman 211 años
Luis Alfonso Orozco. El 2 de febrero de 2014, después del rezo del Angelus, en la plaza San Pedro, el Papa Francisco hizo un breve pero merecido reconocimiento a la presencia y silenciosa acción benéfica de las miles de mujeres consagradas esparcidas por todo el mundo. “¿Qué sería la Iglesia sin sus religiosas? No, no podemos imaginar a la Iglesia privada de sus religiosas…” Un reconocimiento emotivo del Papa en el día que la Iglesia celebra precisamente el día de la vida consagrada.
La religiosas consumen sus vidas lejos de los reflectores del mundo, viven dedicadas a Dios y al servicio del prójimo en tareas difíciles y abnegadas como el cuidado de los enfermos, de los ancianos, los dispensarios médicos en las misiones, las escuelas, los hospitales. Si alguna de ellas sale en las noticias es por alguna causa fuera de lo común.
Sor Candida, 107 años
Precisamente uno de estos casos digno de resaltar es el de la religiosa Camiliana italiana Sor Candida Bellotti, que con 107 años de vida es la religiosa más anciana del mundo. La novedad es que el 20 de febrero de 2014 ha alcanzado tan venerable edad. Nacida en 1907 en la provincia de Verona, bajo el pontificado de San Pío X, y pocos meses antes de que en Inglaterra apareciera el movimiento Scout. Al entrar en la vida religiosa como Camiliana, ha transcurrido su vida sirviendo a los enfermos como enfermara profesional en diverso hospitales de Italia. Desde el 2000 vive en la ciudad de Lucca, en la casa madre del Instituto Camiliano. 90 años de su admirable existencia los ha pasado consagrada a Dios en su familia religiosa, Ministras de los enfermos de San Camilo.
Sor Teresita, la cisterciense española
Hace poco murió en España Sor Teresita, una monja cisterciense, que alcanzó los 104 años de edad. Se volvió célebre porque en agosto de 2011 pudo saludar en Madrid al Papa Benedicto XVI, presente con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud. En su saludo Sor Teresita le dijo al Papa: “Santo Padre, da la casualidad que esta hija suya entró al convento el mismo día en que usted nació”, es decir en abril de 1927. Sor Teresita, siendo monja de clausura, sólo había dejado su convento en dos ocasiones: en 1936 al estallar la persecución religiosa durante la Guerra Civil, y en agosto de 2011 cuando viajó a Madrid para encontrarse con el Papa Benedicto XVI. Toda su vida la transcurrió en la oración y vida sencilla de su claustro, ofrecida por el bien espiritual del mundo.
Sor Candida, la italiana, y Sor Teresita, la española. Son casos excepcionales y merecen en todos los sentidos ser noticia, pero buena noticia. Por su longevidad, pero sobre todo por el testimonio de una larga vida consagrada a Dios, como luces del mundo y sal de la tierra que necesita de estas almas santas para no desvirtuarse en la mediocridad
Luis Alfonso Orozco | [email protected]