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Diario YA


 

100 años de la Gran Vía

Edificios emblemáticos

Redacción

La Gran Vía es un inventario de los principales estilos arquitectónicos de la primera mitad del siglo XX. Abierta en 1910 para agilizar el tráfico entre el Barrio de Salamanca y el de Chamberí, supuso la desaparición de cuatro calles, dos conventos y un mercado. Sin embargo muy pronto la avenida se convirtió en la fachada más singular de Madrid y desde entonces, las grandes compañías, los cines, los teatros, las tiendas de calidad y las cafeterías de moda compiten en la Gran Vía con arquitectura y diseño de altísimo nivel.

En el primer tramo, hasta la Red de San Luís, los templetes, las mansardas y las fachadas modernistas, clasicistas y eclécticas dan a la calle cierto aire europeo. A continuación, hasta la Plaza de Callao, la avenida se ensancha y acoge las primeros superficies comerciales que se abrieron en la capital. Destacan el rascacielos más antiguo del continente, el edificio Telefónica, y algunas obras singulares del racionalismo madrileño, como el Capitol y el Cine Callao. En su último tramo, hasta la Plaza de España se encuentran los grandes teatros, las salas de fiestas y los hoteles que hacen de la Gran Vía el eje de la vida nocturna en la capital.

CINE COLISEUM
Desde el exterior, nada hace pensar que el número 78 de la Gran Vía acoja a una de las salas con la mejor acústica de todo Madrid. La razón de eso es que el actual Teatro Coliseum, antes Cine Coliseum, aunque en su origen ya se concibió como teatro, se ubica en la parte posterior de la irregular parcela del número 78 de la Gran Vía. En esta calle se abre una monumental fachada de un edificio diáfano, de clara influencia neoyorquina, trazada por los arquitectos Casto Fernández-Shaw Iturralde y Pedro Muguruza Otaño.

EDIFICIO CARRIÓN
El origen del edificio Capitol o Carrión (de las dos maneras se le conoce), y en donde actualmente se encuentra el hotel Vincci Capitol, se debe a Enrique Carrión y Vecín, marqués de Melín, quien había adquirido uno de los mejores solares en el inicio del tercer tramo de la Gran Vía. Carrión convocó un concurso con el propósito de adjudicar la obra al mejor proyecto, pero tras examinar los distintos trabajos desestimó su idea inicial y lo adjudicó al presentado por unos jovencísimos Luis Martínez-Feduchi Ruiz y Vicente Eced Eced.

EDIFICIO TELEFÓNICA
Sus 89,30 metros le convirtieron en el primer rascacielos construido en Europa. El promotor del edificio fue la recién nacida Compañía Telefónica Nacional de España, creada bajo los auspicios del rey Alfonso XIII. El anteproyecto fue obra del arquitecto norteamericano Lewis S. Weeks, autor del edificio de la ITT en Nueva York, aunque su ejecución posterior se debe a  Ignacio de Cárdenas Pastor, quien diseñó el proyecto en 1925. Se trata de un monumental edificio y constituyó el primer rascacielos levantado en Europa, y el primero verdaderamente contemporáneo de la historia de la construcción en España, a causa del uso de acero, hormigón y cemento en su estructura. El recubrimiento exterior, en ladrillo y piedra de granito y arenisca, está inspirado en las formas escultóricas del barroco español (y más en concreto del estilo churrigueresco), y exigió la creación de un taller de cantería a lo largo del desarrollo de las obras.

EDIFICIO METRÓPOLIS
La antigua sede de la Unión y el Fénix, hoy de la aseguradora Metrópolis, da comienzo a la Gran Vía. s posiblemente una de las imágenes más conocidas de la Gran Vía. La puerta de entrada a la calle, fotografiada infinitamente y uno de los emblemas de Madrid. Originariamente, el edificio fue un encargo de la compañía de seguros La Unión y el Fénix, la cual convocó un concurso internacional para elegir el proyecto que debía construir su sede social.

PALACIO DE LA PRENSA
Obra de juventud de Pedro Muguruza Otaño es uno de los primeros edificios multifuncionales de Madrid. El nombre del edificio, en donde Pedro Almodóvar situó la vivienda de uno de los protagonistas de su película La flor de mi secreto, proviene de su promotor original, la Asociación de la Prensa de Madrid. Corría el año 1924 cuando dicha Asociación encargó al arquitecto Pedro Muguruza Otaño la construcción de su sede social en un solar circundado por las calles de Pí y Margall, Tudescos, de Miguel Moya y la plaza del Callao. Su configuración trapezoidal fue aprovechada por el arquitecto para crear uno de los volúmenes más atrayentes de toda la Gran Vía, distinguiendo y repartiendo, además de la sede de la Asociación de la Prensa, los distintos usos exigidos en el encargo: cine de grandes dimensiones, sala de café-concierto, viviendas, estudios y oficinas destinados a alquiler y locales para cooperativas.

CINE CALLAO
Luis Gutiérrez Soto nos propone un sencillo volumen con elementos art-déco. Aunque este edificio no se ubique estrictamente en la Gran Vía, pues se levanta en la confluencia de la plaza de Callao con la calle de Jacometrezo, nadie considera hoy al Cine Callao como algo ajeno a esta avenida. En su origen, constituía un conjunto formado por la sala de cinematógrafo, además de un pequeño edificio de oficinas en su parte posterior, es decir detrás de la pared de proyecciones, orientado a la calle de Jacometrezo. En su sótano se situaba una sala de fiestas. El proyecto se debe al arquitecto Luis Gutiérrez Soto, quien buscó con su diseño un modelo de fachada lo más neutro posible con el propósito de realzar las zonas centrales, dedicadas a acoger la publicidad de las películas allí proyectadas. Para la esquina diseñó un torreón en el que se situaba un faro luminoso que anunciaba el propio cine.

FALSA FACHADA DEL ORATORIO DEL CABALLERO DE GRACIA.
El Oratorio del Caballero de Gracia es uno de los edificios más emblemáticos de Juan de Villanueva. Como consecuencia de las obras de construcción de la Gran Vía se tuvo que alinear el tejido urbano existente, para que se acomodara a los nuevos trazados. De hecho las obras provocaron la desaparición de cuatro calles, dos conventos y un mercado. Uno de los edificios afectados fue el oratorio del Caballero de Gracia, obra del arquitecto Juan de Villanueva (autor también del Museo del Prado), que se mantuvo en pie a costa de recortar sensiblemente la cabecera del templo. Para remediar parcialmente esa indeseada reforma, se trazó una fachada telón por el arquitecto Carlos de Luque López que ocultaba la trasera de dicho Oratorio.