Lo peor y más lamentable del chusco y poco edificante episodio de las fotos de Soraya es que pone de relieve, en evidencia indiscutible, la deriva completamente irracional del Partido Popular, su estrategia nefasta de parecerse en todo lo posible al PSOE y su deliberado abandono de las responsabilidades que le tocan como principal partido de la oposición. Eso es lo grave, porque el episodio en sí es simplemente penoso, ridículo, si quieren hasta esperpéntico. Intenten imaginar al portavoz parlamentario de un partido francés o inglés de semejante guisa, y entenderán que no es posible.
A este diario se le critica, por parte de muchas personas, el hecho de que destaquemos algunas verdades incuestionables del PP, especialmente aquellas que tienen que ver con los principios; un área que el partido de Rajoy desprecia, con una miopía exasperante, creyendo que los votantes se ganan hablando del IPC o del cambio climático. Sin darse cuenta de que cuando un partido abandona sus principios morales (la defensa innegociable de la vida desde la concepción, la defensa de la unidad de la patria sin excepciones, etc.), se convierte en una asociación de individuos altamente sospechosos y, por lo general, totalmente prescindibles para el normal desarrollo de un país.
Valga como ejemplo de lo que decimos la votación que tuvo lugar el pasado día 14 en Estrasburgo, y en la que a los eurodiputados populares se les pedía opinión sobre temas de contenido moral, y en concreto, sobre si creían que el aborto debe ser considerado como un derecho. De los 18 europarlamentarios, 11 votaron afirmativamente, lo que significa que la mayoría de los miembros del PP que se pasean por Europa mantienen, sobre un tema de tanta importancia, el mismo criterio que el PSOE e IU. Pero, ¿estos señores de verdad saben a quiénes están representando?, ¿se han parado a pensar un momento lo que dirán de ellos los libros de Historia del futuro?
Es decir, en materia de principios, no defienden sus principios, o al menos los que sus votantes esperan que defiendan. En materia económica, nadie les hace caso porque están en minoría en el Congreso. En materia ideológica, Rajoy empezó en Méjico un giro hacia no se sabe donde, un centrismo centrado liberal-reformista-progresista, que pasaba por Valencia (capital Bulgaria, que diría el otro) y que ahora mismo está a diez minutos del limbo. Y en materia de imagen pública, pues…, la señora portavoz en la sede de la soberanía, enseñando muslamen y vestida de aquella manera en la portada de un periódico de tirada nacional. ¿Alguien sabe para qué sirve un partido así?
Ya entendemos que las críticas escuecen, en Génova y en los amigos de Génova, pero la verdad sólo tiene un camino: el PP no puede conformarse con decir que Zapatero es aún peor. No se vota a un partido porque haya otro que sea aún peor, o dicho de otra forma, no se vota contra un partido. La capacidad crítica es fundamental en la ciudadanía; dejemos de ser críticos, de ser exigentes con quienes nos representan, y habremos terminado de sentenciar a muerte este simulacro de democracia que nos ha tocado vivir. Los pocos cerebros lúcidos que aún queden en el PP deben actuar ya, sin tardanza. Ya no se trata de ganar las elecciones; se trata de evitar que el partido desaparezca.
Martes, 20 de enero de 2009.