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Diario YA


 

José Luis Orella: El ajedrez ucraniano

 

 

Ucrania se desliza hacia la división social. Finalmente ha quedado claro que el rechazo al acuerdo con la UE, en realidad escondía una nueva revolución. (El ajedrez ucraniano)

 

 

Editorial

El tema de la excarcelación de Uribetxeberría lleva todo el mes de agosto en las portadas de los medios. Es singular el interés que despierta el destino y la salud del despiadado terrorista etarra que ningún escrúpulo ha tenido con sus víctimas. Un protagonismo que ya quisieran tener para sí y merecerían más muchas personas de bien de nuestra sociedad. Pero en fin, lo cierto es que, ahora muy enfermo de cáncer, aunque en ningún momento arrepentido por sus intolerables crímenes, pide ‘humanidad’, aunque resulte paradójico, apelando al buenismo y a la compasión. El perdón es una de las virtudes más  generosas, pero también es verdad que, puestos a perdonar, ¿por qué debemos perdonar a Uribetxeberría antes que a cualquier otro preso común, menos famoso pero que no tenga las manos tan manchadas por la sangre y la crueldad del etarra? ¿Dónde termina la justicia y comienza el perdón? Debería contestar a esta pregunta alguien que haya perdido a un hijo, a un hermano o a alguien cercano de manos de este enfermo que se resiste a pedir perdón. ¿Cómo pretende obtener misericordia alguien que carece tanto de esta virtud?

La finca del ‘Palacio de Moratalla’, en Córdoba, ha sido el escenario de la última payasada liderada por Sánchez Gordillo y seguida por los jornaleros del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT). Esta ‘serpiente del verano’ que entretiene y distrae la atención de los españoles, que boquiabiertos, nos preguntamos por qué alguien no pone término a este cúmulo de absurdeces que, si no fuera porque al final de cada ‘atraco’ siempre hay un propietario, no inducirían más que a la risa y al chiste popular. Pero debemos andarnos con cuidado porque constituye un precedente que no carece de peligro. Si no queremos que cunda este vasto y devastador ejemplo, y convertirnos a nuestros propios ojos y fuera de nuestras fronteras en un país bananero sometido a la ley de la selva, debemos hacer valer el respeto a la persona y a la propiedad privada, haciendo caer sobre Sánchez Gordillo todo el peso de la ley. Poco nos pueden respetar internacionalmente si no plantamos cara a este desafío interno, si no hacemos nada por hacer prevalecer nuestros valores de respeto en una sociedad ordenada y civilizada donde no todo vale.

Además, ¿acaso es casualidad que los atropellos de Gordillo coincidan en el tiempo con la Comisión de investigación de los ERE fraudulentos en el Parlamento andaluz? ¿Estaremos ante una grotesca ‘cortina de humo’? 

Y hablando de cómo nos ven fuera de España, tal vez podríamos esforzarnos algo más en no transmitir esa imagen de debilidad con la que se nos ve desde fuera. Algo que muchas veces fomentamos nosotros mismos. Las críticas publicadas en “Financial Times”• el artículo del que hacíamos mención en nuestras páginas de hace unos días, al margen de que lo dicho sea verdad y les asista la razón, está escrito por españoles, y pone sobre la palestra el tema de siempre, españoles atacando España. Tal vez si amáramos más a nuestro país y a nuestra bandera y estuviéramos más orgullosos de ser españoles, no veríamos esto con tanta frecuencia. Produce envidia sana lo Inverosímil de ver a un francés criticando fuertemente a Francia, y mucho menos para que lo escuche el mundo entero. Sin dudar del buen prestigio de los dos profesores, ni tampoco de su buena intención, el texto no ayuda precisamente a fortalecer la imagen de España en estos momentos críticos por los que pasa nuestra nación. 

 
No nos libramos de estar otra vez en el punto de mira con el tema de Assange. No podía tener este personaje un abogado australiano, ni británico, tenía que ser español, y para más datos, tan polémico y controvertido como lo es Garzón en nuestro país. Aunque eso sí, cualidades estas que unen ambas personalidades egoístas y egocéntricas que gustan de levantar revuelo allí por donde van. Seguiremos de cerca el curso de los acontecimientos de una persona capaz no solo de desvelar secretos y levantar ampollas en Estados Unidos, si no de enfrentar varios países. Otro tema es que Assange no se merezca, como cualquier otra persona, un juicio justo y protección internacional hacia su persona y hacia sus derechos.