Editorial: "Buenas noticias"
No somos nosotros de esos periodistas que creen que la noticia, para serlo, ha de ser negativa, lúgubre, tétrica o insidiosa. Ayer, sin ir más lejos, se produjeron dos hechos, independientes entre sí y relativos a asuntos totalmente distintos, que por su carácter inesperado y por ir contra la dictadura de lo políticamente correcto abren un horizonte, si no de esperanza, al menos sí de una cierta luz. Porque con la que está cayendo en general en el planeta, convengamos que el horizonte, por lo general, suele verse entre gris marengo y, mayormente, negro.
Pero, como decimos, a veces ocurren cosas inesperadas y sorprendentes. Por ejemplo: ¿puede suceder que un destacado miembro del PSOE pida la dimisión de un ministro del PSOE en la España de Rodríguez Zapatero, la masonería y la telebasura? Pues no sólo puede, sino que ha ocurrido. El ex ministro Jerónimo Saavedra, socialista hasta donde sabemos (aunque no nos atrevemos a precisar si a esta hora conserva el carné de militante), ha pedido al inefable Bermejo que se marche a su casa, porque no está bien irse de caza con un juez que está metiendo en la cárcel a personas vinculadas de alguna manera al Partido Popular.
Esto, que para algún lector despistado o ingenuo parecerá poco noticioso por la sencilla razón de que no es otra cosa que la expresión del sentido común, en la España de hoy es noticia de portada. Porque el PSOE, cuyo funcionamiento interno semeja a las peores sectas, no sólo no admite la discrepancia interna, sino que acostumbra a silenciar con sus innumerables terminales mediáticas a todo aquel que se salga del guión preestablecido. "Todos a una (el laicismo, la manipulación obscena de la Justicia, la memoria selectiva y el despilfarro en el gasto público), como en Fuenteovejuna". Pero miren por donde que a veces no lo controlan todo.
La segunda noticia positiva de ayer, infinitamente superior en importancia a lo anterior, es el aumento del número de contribuyentes que han asignado parte del dinero de su declaración de la renta del ejercicio 2007 a la Iglesia Católica. Por supuesto, esta información ha pasado inadvertida en los medios de comunicación de la izquierda, pero tal y como está la sociedad europea y casi diríamos que mundial, este hecho tiene una enorme importancia. Porque significa que hay futuro, que hay esperanza, que no todo está contaminado, que la mentira no siempre vence por goleada. Y eso, hoy, es mucho.
Tenemos muy pocas dudas de que el Papa Benedicto XVI tiene buena parte de "culpa" en el hecho de que cada vez seamos más las personas que vemos en la Iglesia Católica quizá el único asidero moral al que agarrarse en tiempos tan sombríos como los que nos ha tocado vivir. Somos realmente afortunados de que, a un hombre tan extraordinario como Juan Pablo II, ejemplo de muchas y extraordinarias virtudes humanas, haya sucedido Joseph Ratzinger, verdadera brújula de Occidente y fuente inagotable de virtud y de esperanza.
Sábado, 14 de febrero de 2009.