Carta abierta a Mariano Rajoy
Estimado Señor Rajoy,
convertimos gustosamente el editorial de hoy en una carta a su persona para reconocerle nuestra admiración y simpatía por el hecho de haber vuelto usted a entrevistarse con Zapatero en La Moncloa. Si le considerásemos estoico, no veríamos en esta contumacia suya otra cosa que empeño y tenacidad. Pero siendo Vd., como es, hombre centrado y centrista, de delicado talante y exquisita educación, más bien creemos que le adorna la virtud de la paciencia casi rayando en la santidad.
Porque, ¿en qué basó usted su esperanza de que el presidente del Gobierno pudiera dar un giro a sus erradas políticas sociales y económicas?, ¿acaso cree que su última victoria electoral le ha descabalgado de su natural soberbia, y anda ahora en una purga de humildad y contrición? No parecía Zapatero muy dispuesto a ser leal con el líder de la oposición en los debates televisivos previos a las elecciones, y nos apostamos un millón de dólares a que no lo será ahora que tiene otros cuatro años por delante con las manos libres.
Han alcanzado ustedes un “acuerdo en materia antiterrorista” que se basa en la “unidad de los demócratas” (jamás frase tan pomposa significó tan poco), el apoyo a las víctimas del terrorismo (¡pachasco!), la confianza en los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado (como si fuera posible no tenerla), la cooperación internacional (que Francia lleva aplicando desde hace más de una década) y en la convicción de que “el único destino de ETA es desistir de la violencia”. Desistir del terrorismo, en todo caso, no de la violencia. Porque no es lo mismo.
Pero Señor Rajoy, ¿usted no se da cuenta de que para esto no hacía falta acudir a La Moncloa?, ¿es que ese cúmulo de obviedades necesitaba ser firmado, y hecha la foto (ya clásica) en las escaleras del palacio? Lo mismo le digo sobre la renovación del TC y del CGPJ; después de varias horas de reunión lo que sabemos es que “se van a renovar” ambos órganos jurisdiccionales. Pero, ¿se garantizará la independencia de sus miembros, o seguirán el Ejecutivo y el Judicial agarrados del brazo (y aún de otras partes) como hasta la fecha, en ilegítima compañía? Nos tememos que lo segundo.
No contribuya usted a las campañas de imagen de Zapatero, hombre. El Parlamento es el lugar donde deben decidirse los acuerdos, donde han de ratificarse los compromisos, es el hábitat natural de la democracia. ¿Por qué ese empeño en acudir a toda prisa a La Moncloa, como si allí fuese a recibir Vd. una especie de “legitimidad” que, por supuesto, sólo la izquierda puede otorgar? Y, por si fuera poco, de la crisis económica ni han hablado. Mejor. No fuesen a discutir, claro.