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Diario YA


 

Editorial: "Cazadores cazados"

El episodio de la cacería en Jaén es, además de un nuevo episodio chusco que retrata perfectamente a este Gobierno y a la Justicia en España, quizá el detalle que viene a confirmar el desmoronamiento total de la democracia en nuestro país, y la pérdida efectiva de derechos básicos por parte de la ciudadanía, en un escenario sin precedentes desde la Segunda República. No ya el caos político, social e institucional, sino sobre todo el desahogo y la cara dura con la que actúan los miembros del actual Ejecutivo certifican la muerte (también por inanición y deshidratación) del Estado de Derecho y del sistema de libertades que nos dimos en la Transición.

Que en pleno proceso judicial de investigación a miembros del PP por un presunto caso de corrupción en varios municipios madrileños, el juez que está llevando a cabo el grueso de dicha investigación tenga una jornada de campo y gastronomía con el Ministro de Justicia del Gobierno socialista, es algo más que grave. Es una prueba fehaciente de que nos han robado la soberanía y se ríen de nosotros mientras juegan con los restos que quedan de ella. Es la representación obvia de la alta corrupción institucional, del inaceptable compadreo entre representantes de poderes que sólo pueden coexistir desde la distancia y la absoluta independencia.

Hasta ahí, el hecho en sí, que repugna a cualquier conciencia democrática. Pero después vienen las reacciones de los protagonistas cuando el hecho se descubre y se hace público. Bermejo, titular de Justicia, dice que se trata de una "cortina de humo" y que el encuentro fue totalmente banal y sólo se habló "de la cosa cinegética". Es decir, que Bermejo y Garzón no hablaron del "caso Gürtel", no, no, solamente de si los ciervos hacen la caldereta buena, mala o regular. Eso es lo que hay, quien se lo quiera creer que se lo crea, y quien no, peor para él. Son lentejas.

Esa chulería que ya ha mostrado el Ministro de Justicia en otras ocasiones, mezcla de casticismo y estilo tabernario, es quizá lo más identificativo y propio de esta carrera desesperada hacia la Tercera República que se propuso Zapatero hace ya cinco años, cuando accedió a La Moncloa. El desprecio a la ley, la persecución de lo religioso, la burla de la tradición, la descalificación constante de los discrepantes..., el sectarismo, en fin, y todo lo contrario de lo que propugnan: el totalitarismo de izquierdas y la laxitud en lo moral. El cóctel favorito del Diablo.

Por eso es fundamental que no perdamos la perspectiva de las cosas, ni dejemos pasar por alto la gravedad de unos hechos que nos sitúan a cinco minutos del desastre nacional, del caos institucional que sólo puede acarrear funestas consecuencias, a todos los niveles. Tomarse como anécdota lo que es un síntoma objetivo de que la separación de poderes no existe y de que, por tanto, la democracia española es poco más que una función de teatro (más trágica que cómica) es perder la noción del papel que, como ciudadanos, estamos obligados a desempeñar.

Jueves, 12 de febrero de 2009.

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