Editorial: "Contundencia frente al mal"
Vuelve a primera página de la actualidad el problema de los piratas somalíes y su fea costumbre de secuestrar marineros para pedir un rescate por ellos. Parece que, ahora ya sí, la comunidad internacional empieza a tomar conciencia de que se trata de un problema grave para el cual hacen falta soluciones estratégicas y decididas, porque no se trata de "casos aislados", como de forma desdeñosa solían calificarlos ciertos jerifaltes occidentales.
En un mundo como el actual, donde las sociedades capitalistas están enfermas de liberalismo (mal entendido) y de relativismo (la peor lacra humana), los malos se aprovechan permanentemente de la debilidad de las democracias para vivir holgadamente sin trabajar, que es a lo que aspiran de manera permanente. Y los Estados, en su preocupante dormidera, con esa extraña actitud entre la indolencia, la incompetencia y la pusilanimidad, se convierten en cómplices de los malos y en perversos favorecedores de situaciones que suelen pagar los más débiles. Lo mismo de siempre.
Es totalmente inaceptable que las aguas de Somalia estén infestadas de barcos piratas incontrolados que operan a sus anchas, al margen del Derecho Internacional. Inaceptable. Y, de nuevo, no nos queda más remedio que aplaudir a un presidente tan poco simpático ya como Nicolas Sarkozy, pero que sigue poniendo un poco de sentido común dentro de la palpitante actualidad. Porque con los malos sólo hay una camino: mano dura. Con el pillaje y el bandolerismo sólo puede hacerse una cosa: acabar con ello por la vía rápida, con la máxima contundencia posible.
El planeta es hoy mucho menos seguro que hace veinte años, y no por casualidad. Occidente, es decir, Europa y Estados Unidos, han hecho una penosa dejación de responsabilidades, creando un vacío de legitimidad en las sociedades libres que se han encargado de llenar los que suelen vivir de la carroña. La ley es hoy un hazmerreír colectivo; el Estado de Derecho es una entelequia que nadie se cree, porque de tanto repetirse la expresión, el concepto carece de contenido. Vivimos a merced de la voluntad de nuestros enemigos, y eso es lo peor que nos podía pasar a todos.
Poco esperamos, en este terreno, de gobiernos tan acomplejados, afeminados y fofos como el que padecemos en España, pero a Francia, a Alemania, a Estados Unidos, al Reino Unido, a los países que podemos seguir considerando "serios", debemos exigirles el uso de la fuerza, dentro de los cauces legales, para reprimir y exterminar la piratería somalí, sin contemplaciones. Debe crearse un grupo que estudie en serio el problema y tome decisiones al respecto de forma urgente. La civilización no puede permanecer a expensas de quienes abanderan el mal.
Lunes, 13 de abril de 2009.