Editorial: "Desvergüenza y desahogo"
Hay sobre todo una habilidad que es difícilmente discutible en la persona de José Luis Rodríguez Zapatero: ha conseguido desquiciar a la mayoría de la gente sensata con su comportamiento a medio camino entre la desvergüenza y el cachondeo. Y la principal consecuencia de ello es que ya casi nadie se preocupa por la marcha del país; se ha caído en una especie de atontamiento colectivo en el que no hay ciudadanos indignados, ni preocupados, sino solamente mujeres y hombres pasotas. Justo lo que quería ZP.
Pero el mérito no es exclusivo del presidente del Gobierno, sino también de todos sus ministros que, a cual más inepto, siguen esa misma estrategia de presentarse a la sociedad como si fueran tontos del haba aunque luego no lo sean tanto. Y esto, que al principio parecía sólo una impresión, después de casi cinco años de gobierno socialista se ha convertido ya en una certeza: nos toman el pelo, y nos lo dejamos tomar.
Ayer, cuando el país temblaba al conocerse la noticia de que el número de parados está ya en tres millones (es decir, seis mil personas se quedan sin empleo cada día en España, que se dice bien pronto), sale la ministra Cabrera (responsable directa de unos planes educativos que nos dejarán la generación de analfabetos más impresionante de nuestra historia como nación), hizo unas declaraciones insinuando que las cifras de mujeres maltratadas se corresponden con el pasado franquista de España. Y lo dijo en serio.
El titular de economía, Pedro Solbes, al ser preguntado por el dato de desempleo y por las posibles soluciones que el Ejecutivo está preparando al respecto, se limitó a hacer de comentarista político improvisado (más aburrido aún que los de la radio) e hizo un vaticinio: “en 2009 es posible que siga aumentando el paro”. Como si el asunto no tuviera nada que ver con él. Inaudito.
No debemos engañarnos: el PSOE está cumpliendo al pie de la letra un plan estratégico que consiste en burlarse de los ciudadanos, diciendo en serio cosas que son de broma, anunciando medidas esperpénticas que pasan a ser reales gracias al excesivo poder que les hemos dado (cada pueblo tiene siempre lo que se merece), y conduciendo al país al caos absoluto, del que, por cierto, no estamos nada lejos en estos momentos.
Miércoles, 3 de diciembre de 2008.