Editorial: "El acento de Malenie"
Parece que se ha organizado un lío morrocotudo a propósito de unas declaraciones de doña Montserrat Nebrera en las que venía a burlarse, o al menos a hacer un cierto menosprecio, de la actual ministra de Fomento, aludiendo a su peculiar forma de expresarse y a su acento andaluz. El comentario, lejos de despertar las iras de su destinataria, a quienes ha cabreado es a un grupo de notables andaluces (eso sí, de tendencias izquierdosas por lo menos), que exigen una rectificación a Nebrera con el poderoso argumento de que "ya está bien de faltarle el respeto a los andaluces".
Este país lo que tiene es esto: unos cuantos aprovechadillos que viven del momio de la cosa pública, y que han logrado imponer lo políticamente correcto (una dictadura tan nefasta como las de los peores caudillos) para que nadie se salga del guión. Y cuando se hace una crítica, por fundada que sea, a un separatista, a un comunista o a un giliprogre, brotan de inmediato los advenedizos haciéndose los ofendidos en razón de cualquier idiotez que en nada tiene que ver con el argumento principal de dicha crítica. El objetivo, claro, es que sólo hablen ellos.
La señora Álvarez tiene un admirable gracejo andaluz, similar al de algunos ilustres políticos de la historia de España, desde las Cortes de Cádiz hasta las de hoy, porque en ninguna cabeza bien amueblada (e incluso en las que están a medio amueblar) cabe que el acento propio del lugar donde se nace pueda impedir o dificultar el hecho de ser un gran orador o un gran político. Ahí tienen a don José Carlos Mauricio, cuyo notorio acento canario no fue obstáculo, en anteriores legislaturas, para ser uno de los parlamentarios más brillantes que ha visto el hemiciclo, aunque sólo fuera por su admirable costumbre de no leer en sus intervenciones.
La señora Álvarez, tenga acento andaluz, gallego, vascuence o de Michigan, es ante todo y sobre todo, un político nefasto. Alguien que está en el poder únicamente por un mérito: conseguir que Zapatero la haya hecho ministra. No es que no esté capacitada para ser titular de un área tan difícil y comprometida como es Fomento; simplemente, no da el nivel mínimo para poder gobernar a nadie, ni siquiera a la comunidad de vecinos del bloque donde viva. Y eso, con independencia, insistimos, del acento que tenga o del género al que pertenezca, que en este caso es el femenino.
Por tanto, ni la señora Nebrera acierta al hacer tan innecesaria y mosqueante alusión, ni la izquierda conseguirá nada sacando sus capotes a toda prisa para evitar que ataquen a la ministra "del acento andaluz". Si en este país hubiera vergüenza, esta persona no tendría que ser destituida ahora, porque sencillamente jamás hubiera llegado a ministerio alguno. Y si en este país tuviéramos a un Presidente medio serio, no consentiría que las instituciones fueran el hazmerreír de medio mundo a causa de los personajes que andan en ellas.
Domingo, 11 de enero de 2009.