El futuro es nuestro
Podría dolernos como católicos que las televisiones de nuestro país apenas den imágenes del impresionante evento que está celebrándose en Sydney. Podría dolernos que el poder político meta sus pezuñas incluso en algo tan puro, tan auténtico, tan sagrado como está siendo la Jornada Mundial de la Juventud 2008. Podría dolernos sacar la conclusión de que, una vez más, se quiere dar la impresión de que los católicos somos “cuatro gatos” que, además, no andamos muy bien de la azotea.
Pero el Espíritu Santo ilumina con fuerza los pasos de este gran hombre, cabeza de la Iglesia. En cada una de sus palabras hay toneladas de razón, de humildad, de verdad humana. La voz que está llegando, clara, fresca, directa a los corazones de esos miles de jóvenes nadie la podrá ya borrar, ni los gobiernos rufianes, ni la desidia imperante ni el atroz relativismo. Allí la Paz, el Camino, la Redención, la Esperanza. Aquí, la misma miseria mezquina de siempre. Y sin embargo, nos sentimos muy próximos a Australia.
"El relativismo, por su propia naturaleza, falla a la hora de ver el cuadro completo. Ignora los principios últimos que nos capacitan para vivir y crecer en unidad, orden y armonía". Son palabras de Benedicto XVI, que no necesita gritar mucho para que se le entienda. Su mensaje va al centro de la condición humana, es una alarma ante lo que existe y lo que puede venir en el futuro. “El relativismo ignora los principios que nos capacitan para vivir y crecer”; imposible definirlo mejor.
El sucesor de Pedro también ha pedido a los católicos que no arrinconen la fe en el terreno de lo privado, que salgan a la calle a gritar la Buena Nueva, que no se escondan, que den testimonio. "Sin embargo, la historia nos demuestra que la cuestión de Dios jamás puede ser silenciada, y que la indiferencia respecto a la dimensión religiosa de la existencia humana acaba traicionando al hombre mismo".Sus palabras son un canto al coraje de no traicionarnos por miedo a no ser aceptados por el laicismo dominante.
Que sigan las televisiones mudas, que continúe la política de ponerle puertas al campo. Siempre hay agujeros a través de los cuales se puede ver el cielo. Nuestro Padre ha puesto en boca de su mejor pastor un discurso que pasará a la Historia por su impresionante calado humano, por haber sido brújula de la Humanidad en estos tiempos de inseguridad y duda. Nos lo dijo Juan Pablo II: “No tengáis miedo”. El presente y el futuro de los hombres sigue siendo nuestro.