EDITORIAL: El Tea Party defiende los valores tradicionales, con o sin el partido Republicano
EDITORIAL: El Tea-Party americano es un fenómeno relativamente reciente, que está convulsionando a la sociedad norteamericana y poniendo en jaque a la progresía occidental, adquiriendo un gran respaldo social. Toma su nombre de la protesta de la sociedad americana ante el gravamen de impuestos que recayeron sobre el té a finales del siglo XVIII, y que desembocaron en el lanzamiento al mar de toneladas de este producto en el puerto de Boston.
Si la sociedad americana dio entonces un grito de protesta ante lo que creía una injusticia, este movimiento, facción o como quiera llamarse, vuelve a gritar ahora ante lo que para la sociedad americana resulta otro escándalo: La deriva moral y económica de la administración Obama y la falta de respuesta adecuada de la estructura republicana. Sin llegar a ser un Third Party, su influencia está adquiriendo más y más importancia día a día, siendo rara la jornada en la que no aparezcan en los medios estadounidenses, provocando un serio problema en el partido republicano. La victoria en las primarias republicanas en Delaware de la candidata Christina O’Donell, miembro del tea party, frente al candidato oficial republicano es una buena muestra de lo que sucede. Y no será la última.
Es obvio que la sociedad americana no tiene nada que ver con la española. En España, ya pueden caer los “chuzos de punta”, que ante cualquier escándalo político o moral, nadie se moviliza ni protesta, mientras no le toquen el bolsillo, y últimamente ni siquiera ante esta situación. Lo que más se llega a hacer, en lo que creen el colmo de la movilización es unirse a grupos de redes social o mandar correos electrónicos a instituciones públicas protestando por tal o cual, acabando estas protestas con un click del ratón. Es curioso que llegado el momento oportuno, estas redes sociales o plataformas civicas, suelen reconducir el voto de sus fans y seguidores hacia el partido que corresponda. Estas plataformas y grupos de redes, además consiguen un efecto virtual pero no real, como es el hecho de que estas personas descargan sus conciencias y están convencidas de que con su clik, están moviendo a toda una sociedad.
Desde lo social ya sea plataforma, ya sea red social, se pueden hacer cosas, pero desde donde verdaderamente se puede actuar de un modo efectivo es desde las instituciones, y esto lo tiene muy claro el tea party, que apoyado en más de 4.000 asociaciones tiene su campo de batalla en la arena política.
El Tea-Party no parece querer cambiar el partido republicano desde dentro. Más bien, pretende defender los valores tradicionales americanos con o sin el partido republicano, partiendo a este en dos si fuese necesario, ya que la defensa de los valores que les une, está por encima del partido, cosa absolutamente impensable a fecha de hoy en España, donde los dos grandes partidos se han convertido en gigantescas estructuras burocráticas, generadoras de pingües beneficios para arribistas dispuestos a plegar sus principios a cambio de un sillón calentito.
No es cuestión de imitar las estructuras americanas y trasladarlas sin más a España. Los Estados Unidos tiene su propia idiosincrasia y nosotros, la nuestra. Pero si es un ejemplo muy estimulante ver cómo la sociedad se articula en torno a un partido para, usando a este como medio, defender unos valores, mejor unas virtudes, que le trascienden y que deben regir los destinos de una gran Nación.
En España es imprescindible esta revolución.