Principal

Diario YA


 

Nuestros generales se reparten por el mundo, tan lejos, y nuestros enemigos tan cerca.

Editorial: El valor terapéutico de un desfile militar

La nueva actuación de la banda marxista y separatista ETA en el día de hoy, pone de manifiesto que el pacto de gobierno PP-PSOE en Vascongadas, es loable, inimaginable en otros tiempos, pero insuficiente. Bien flaca está demostrando ser su aportación a la lucha antiterrorista si sigue disociada de la lucha contra el nacionalismo, ridículo eufemismo para el separatismo.
 
El terrorismo no está únicamente en los activistas de la bomba, las balas y la sangre. Terroristas son también los que los encubren, los justifican y les animan a mover el árbol del que recogerán ellos las nueces. El terrorismo es criminal porque el fin que persigue es el descuartizamiento del país, y ese descuartizamiento es, o debería ser, un delito del alta traición.
 
El pacto PP-PSOE debería reconocer tal realidad, y extenderse a nivel nacional para, en un gesto de dignidad, conseguir que todos los partidos y organizaciones que propugnan el nacionalismo sean disueltos, y sus mimbros procesados por alta traición, ese delito en el que incurren y reinciden con premeditación y alevosía.
 
Hemos hecho frente común con las sacrosantas democracias occidentales para que nuestras fragatas, nuestros helicópteros y nuestra fiel infantería, estén presentes en cuatro de los cinco continentes, en lucha "humanitaria" contra los terroristas que a otros incordian.
 
Nuestros generales, oficiales y tropa, con toda su parafernalia bélica, se reparten por el mundo participando en el esfuerzo, no reconocido, de la común defensa de Occidente frente a las hordas talibanes, somalíes y demás ralea. Sudores fríos me entran cuando pienso en ellos, tan lejos, y nuestros enemigos tan cerca.
 
No imaginen ustedes sólo a los fervorosos gudaris del Norte. Imagínense que un día de estos el moro Muza vuelve a despertarse con el cuerpo islámico, y se montan en la bahía de Algeciras, por la cara, el desembarco de Normandía en pateras. Con esos rifeños bajando del Gurugú y Melilla en plan Dunkerke. Y la ministra de Defensa, cogida en ropa interior, tratando de que nuestros chicos de camuflaje ONG traten de llegar a tiempo de salvar Córdoba.
 
En el asunto de Vascongadas, ya sabemos que tal supuesto "debería resultar imposible". Hoy en día, además, el valor militar consiste en no contestar al fuego enemigo y en presenciar impasibles los ultrajes a una bandera que se juró defender "hasta la última gota de sangre". Por eso, mandar tropas sería exagerar. Vivimos en tiempos de pacifismo militante (prefiero morir que matar, Bono dixit) y las tropas no están para combatir, sino para desfilar. Un desfile a tiempo puede evitar una guerra. Y no es mala guerra la que se evitaría si un par de Compañías del Mando de Operaciones Especiales desfilasen por la Gran Vía de Bilbao luciendo machete en sus boinas verdes.