Editorial: "En campaña"
Al ciudadano no le falta razón. La falta de democracia interna en el Parlamento europeo, el hecho de que las decisiones se adopten en el seno del Consejo y no en donde en teoría está la representación ciudadana, hacen todavía más plausible esta idea.
Es cierto. Pero también es cierto que, ante la irremediable sensación de estar avalando el inmovilismo con el voto a uno u otro bloque, cabe provocar la ruptura de estos votando a partidos que no están tradicionalmente representados a nivel nacional y que, con su presencia física en el Parlamento europeo pueden terminar por obrar el milagro. De ahí que la cuestión a dilucidar en estas elecciones no esté en saber si es el PP o el PSOE el partido que saca más votos, sino en comprobar si otros pequeños partidos son capaces de contar con el respaldo popular.
La principal reacción contra el aborregamiento general es, precisamente, castigar a la casta política causante de nuestros males votando opciones que, de jugar en el terreno de juego de otro tipo de elecciones, no tendrían posibilidad alguna. Romper la baraja y apostar al bien posible, alejando nuestra papeleta del mal conocido.