Editorial: "Falsa eutanasia"
Estará tranquilo ya, por fin, el tal Beppino Englaro (lo sentimos, pero para nosotros ya Pepino Englaro) que se tiró ayer todo el día lanzando amenazas y mensajes desafiantes a la Humanidad: "Es que ustedes no saben cómo estaba mi hija..., es que si hubieran visto cómo estaba mi hija seguramente hubieran entendido mi dolorosa decisión, y etc., etc., etc." Vamos, que como su hija estaba tan mal, tan mal, la ha mandado a la tumba y él se ha quedado aquí, una posición desde luego muy propia de un padre, no cabe la menor duda. El padre perfecto es don Pepino.
Mire, lamentamos que usted no entienda el español y que nosotros no escribamos este editorial en italiano para que pueda enterarse de su contenido (ojala se lo traduzca alguien). Pero como bien ha dicho el primer ministro de su país (el único que ha estado a la altura de las circunstancias en este desdichado asunto), Eluana ha sido asesinada. Ahora, podrá haber juicio o no haberlo, y habrá gente que vaya a la cárcel o no, pero su vida ha sido interrumpida por la mano humana, y por tanto se la han quitado, la han matado vilmente en un acto cobarde, miserable y repugnante. La han asesinado a traición.
¿Qué inconveniente tenía usted, Pepino, en que las adorables monjitas que venían ocupándose de su hija en los últimos años (vergüenza debería darle, por cierto..., si la conociese, claro) lo siguieran haciendo?, ¿acaso le pedían dinero por ello, le extorsionaban, Pepino, le acosaban a cambio de la manutención y el cuidado de Eluana? Seguro que no. ¿Entonces, cuál era el problema de que continuase viviendo?, ¿su sufrimiento?, ¿y quién se cree que es Vd. para evaluar el sufrimiento ajeno, y lo que es peor, para decidir por otro que es mejor morirse que seguir sufriendo? Porque a lo mejor Eluana lo que quería es morir de forma natural, esto es, como mueren todas las personas que no son asesinadas.
Usted, Pepino Englaro, es un mal padre, un irresponsable, un egoísta y un caradura. Y si le quedase en el cuerpo un gramo de cordura (cosa difícil evidentemente..., aunque no imposible), en lugar de estar dando lecciones a los demás de cómo tienen que pensar o de las ideas que deben tener, podía rezar un poco por el eterno descanso de su hija. Ya que no ha permitido Vd. que se haga la voluntad de Dios, único que debe decidir cuándo nacen y mueren las personas, tenga por fin un gesto de verdadero amor paterno y rece por Eluana, que seguro se lo agradece.
Y, de verdad, no sufra por quienes no hemos visto a su hija estos últimos días: ya nos imaginamos que no estaba bien, naturalmente, si hubiera estado bien no la habrían matado. Pero no tome por tontos a los demás, oiga, que está muy claro lo que es dar de comer a una persona en coma y lo que es desconectar a quien vive de forma artificial. Eluana estaba en el primer caso; sólo necesitaba que la dieran alimento, y usted, que es su padre, la ha matado de hambre y de sed sólo para no tener que ir a verla cada dos o tres días. Bonito ejemplo, sí señor, puede sentirse muy orgulloso.
Miércoles, 11 de febrero de 2009.