La más que probable huelga de jueces que tendrá lugar el próximo 18 de febrero (si Bermejo no lo remedia) no arreglará, por muy respaldada que sea, el problema de la justicia en España, que siempre ha sido y será un problema puramente político. Sería encomiable que los profesionales del sector quisieran solucionarlo con un paro unánime y solidario, pero lejos de conseguirlo solamente obtendrán un agravamiento de la situación, con nefastas consecuencias para ellos mismos y para el resto de los ciudadanos.
En España no funciona la justicia porque los políticos no quieren. No pongamos excusas ni paños calientes, ni convirtamos lo anecdótico en central. El Poder Ejecutivo no quiere que el Judicial sea independiente, porque una justicia independiente garantiza la igualdad de todos los hombres ante la ley, que es exactamente lo que le revienta al poderoso (que desea volar por encima de ella). La independencia del Poder Judicial sería la piedra angular de la democracia, es decir, de la verdadera democracia, no del simulacro que han fabricado unos cuantos listos para poder vivir del cuento.
Lo demás es puro desorden, ineficacia, dejadez, torpeza e inexperiencia. Lo demás es incapacidad manifiesta para la gestión administrativa. Lo demás es otra evidencia de que este país, 200 años después de Larra, sigue siendo el del “vuelva usted mañana” que ahora tengo café con churros en la sala de reuniones. Pero ese no es el cáncer del enfermo, sino sólo sus síntomas. Lo que subyace en estos problemas ordinarios que sufren los juzgados es el talante tiránico y la mediocridad intelectual de los actuales padres de la patria. Llamemos ya a las cosas por su nombre, caramba.
¿Qué los jueces merecen ganar más dinero, repartir el trabajo entre más funcionarios como ocurre en el resto de países europeos y no perder la agenda de los señalamientos? Pues seguro que sí. ¿Se van a arreglar esos problemas por el hecho de hacer una huelga que atascará todavía más los expedientes, aumentará el caos en las sedes judiciales y generará retrasos que después les hará trabajar el doble? Pues mucho nos tememos que no. Es posible que desde un punto de vista de la observancia de la norma tengan razón en la protesta, pero la consideramos totalmente inútil.
Otra cosa es que el señor ministro del ramo sea impresentable en una nación seria. Otra cosa es que este presidente del Gobierno demagogo y manipulador que nos ha tocado padecer sea el culpable de más de la mitad de las desgracias que sufre España en estos momentos. Pero el caos no se corrige con más caos; la vagancia, la inoperancia y el desahogo no se curan con gritos y pancartas. En este país va siendo hora de que los políticos se comporten dignamente y los ciudadanos nos pongamos de una vez a trabajar.
Jueves, 22 de enero de 2009.