Editorial: "Justicia ciega"
Pocos casos como el de Pozo Alcón reflejan la lentitud, la arbitrariedad y la chapucería en que ha caído
Este tipo de sentencias provocan, en primer lugar, una enorme alarma social, seguida de una desconfianza generalizada en algo,
Ese alejamiento del sentido común, esa manía insana de aplicar la ley como robots sin hacer una lectura lógica, coherente, responsable de los artículos de los diferentes Códigos, suele estar en la base de la mayoría de las sentencias manifiestamente injustas, como es el caso que nos ocupa. Un juez debería siempre, antes de dictar un auto, pararse a considerar las consecuencias sociales que esa decisión va a provocar, ya que no hacerlo es simplemente dar la espalda a su responsabilidad profesional.
El caso es que esta pobre mujer no sólo ha tenido la desdicha de padecer en carne propia a un mal hijo que ojala algún día se dé cuenta de la barbaridad que cometió, sino que después
Sólo la educación en valores cristianos puede empezar a cambiar esta sociedad enferma de relativismo, hedonismo y perniciosa ambigüedad. Si la familia, que es el ámbito en el que deben transmitirse esos valores, se ve maniatada por jueces irresponsables que son incapaces de distinguir entre una acción correctora y un maltrato, ya casi lo único que nos queda es ponernos a rezar. ¡Qué ciega puede llegar a ser
Sábado, 13 de diciembre de 2008.