Dice el vicesecretario de Comunicación del PP, Esteban González Pons, que "la Familia Real no debería hablar" porque tanto Don Juan Carlos como Doña Sofía deberían ser "como la bandera" que cumple "su papel en los actos oficiales, pero no hace declaraciones".
Reflexiónese sobre estas palabras: los Reyes deben ser como una bandera, es decir, cosas, objetos, entes inanimados aunque muy representativos (menos mal). La sentencia no deja lugar a dudas: “la Familia Real no debería hablar”. Le ha faltado decir: “…de aquello que no nos interesa”. Porque si Sus Majestades elogiasen (como han hecho) el actual sistema democrático que tanto beneficia a socialistas y populares, ¿pediría Don Esteban que mantuvieran silencio Don Juan Carlos y Doña Sofía?
González Pons, que no es original en ese criterio de que “los Reyes no hablan” (aquí parece que somos todos muy juancarlistas, pero poniendo esparadrapo en la boca a Juan Carlos), tendría que ser más claro en sus declaraciones: “lo que no queremos es que se critique el aborto y el matrimonio gay desde la Monarquía, porque posiblemente la Monarquía siga siendo una de las instituciones más valoradas por los españoles, y no vaya a ser que les hagan caso”. ¿O nos equivocamos mucho, Don Esteban? Corríjanos.
Doña Sofía, que puede presumir de haber sabido estar durante más de treinta años al lado del Jefe del Estado con discreción e inteligencia (que no es poco, desde luego), sólo se equivocó ayer al permitir que desde la Casa Real se emitiese una nota de rectificación que sólo ha servido para que los colectivos progres sacasen pecho y le perdonasen la vida nada menos que a la Monarquía de España. Pocas veces ha dicho alguien una verdad tan inmensa, tan incontrovertible, como que “las leyes civiles no pueden ignorar las leyes naturales”. ¿Por qué rectificar, Majestad?, ¿por qué disculparse ante tamaño signo de clarividencia?
Pero luego, además, la puntilla de la clase política: “La Familia Real no debe hablar”. Para qué, ¿para escuchar a Pepiño?, ¿es que Leyre Pajín, Bibiana Aído, Malenie tienen un criterio sobre asuntos de interés general superior al que puedan poseer un hombre y una mujer que han visto nacer la España democrática, morir un régimen y nacer otro, y en definitiva, transformarse una sociedad casi por completo?, ¿en qué se basa esta especie de “dictadura de la opinión” que quieren imponer ahora estos diputadillos?
De eso nada. Hable, Doña Sofía, haga declaraciones y exprésese, que sus opiniones de mujer católica de 70 años de edad son compartidas por miles de personas en este país; y Usted, Señor, hable también, hable de lo que quiera, también para volver a callar a individuos que jamás tuvieron derecho a denigrar a su Madre Patria. ¿No queremos democracia, pluralidad, diversidad, apertura y diálogo? Pues para todos. Porque, que uno sepa, los seres humanos no somos banderas…, afortunadamente.
Sábado, 1 de Noviembre de 2008.