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Diario YA


 

Editorial: "La muerte digna"

Si dramático, terrorífico y escalofriante resulta siempre analizar el tema del aborto en España, donde se sigue asesinando impunemente a niños no nacidos sin que apenas pague nadie por semejante carnicería, no menos lo es echar un vistazo a la situación de la eutanasia. Ayer, este diario se hacía eco de una información según la cual la Junta andaluza que preside el ínclito Chaves quiere hacer prácticamente libre la eutanasia, igual que su compañera Pajín pretende conseguir con el asesinato de nascituri.

Resulta ciertamente vergonzoso que un partido que está continuamente recordándonos lo comprometido que está con los seres humanos del planeta, con sus derechos y libertades (los reales y los que se ha inventado para ciertas minorías políticamente rentables) y con el medio ambiente (sic) tenga este empeño por enviar a la gente a la vida eterna, que es un lugar al que sólo vamos cuando Dios quiere. Es descorazonador y muy cruel pensar que una Administración Pública, cuya primera función debe ser siempre al servicio al hombre, pueda poner los medios para acabar con él y que parezca legal y legítimo.
 
El discurso que ha fabricado la progresía sobre la llamada “muerte digna” está basado en la falsedad. La dignidad no la reparte ni la Junta de Andalucía ni, por suerte, ninguna otra comunidad autónoma, por mucho presupuesto que manejen. La dignidad es consustancial a la especie humana, el hombre nace con ella, y, por tanto, los entes políticos que se creen con derecho a administrarla para promulgar leyes “ad hoc” sólo pueden estar instalados en el totalitarismo y la barbarie.
 
La verdadera dignidad del hombre, cuando llega el fin de sus días, es la búsqueda y el posterior hallazgo del abrazo paternal de Dios. Los descreídos y ateos no deben temer, porque ellos también tendrán ocasión de ver los ojos del Padre perdonando sus pecados, y acogiéndolos en su cálido regazo. La muerte, que no es otra cosa que el paso a la vida eterna, debe esperarse con entereza y valor, en compañía de los seres queridos, con el alma en paz y el cuerpo en manos del Señor.
 
Quienes promueven en la sociedad una cultura de la muerte envuelta en el siempre atractivo celofán del discurso políticamente correcto (la ampliación de los derechos, el hedonismo, la libertad, el individualismo, etc.) deben saber que están sembrando la mala simiente que suele traer nefastas consecuencias a medio o largo plazo. Hoy ya pueden verse algunas de ellas, en familias desestructuradas que sólo encuentran ilusiones en lo perecedero. Los cristianos debemos ser buenos observadores y rezar por aquellos que no han encontrado aún el camino.

Jueves, 4 de Septiembre de 2008.

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