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Diario YA


 

Editorial: "La verdadera crisis"

Parece evidente, ahora que asistimos impertérritos y en directo a la segunda mayor crisis financiera del mundo occidental, que esto de la Economía y de la Bolsa es, básicamente, una cuestión de confianza. Que al margen de decisiones políticas acertadas o desacertadas, y de que el Estado intervenga más o menos, lo que hace que suban o bajen las acciones, que las empresas inviertan o ahorren, etc. es el clima de confianza que exista en la sociedad. Y España, como es evidente, empieza a perder la poca confianza que le iba quedando.

Lo mismo ocurre en Estados Unidos y en casi toda Europa, es verdad, pero todos los españoles tenemos la sensación de haber perdido una ocasión de oro de habernos convertido en la excepción. Porque era muy difícil hacer las cosas tan mal como para dilapidar lo que había, pero el señor del talante, la ceja y la sonrisa se ha encargado de demostrar que, además de inventarse leyes para minorías que nadie necesitaba e intentar contaminar a la opinión pública removiendo el pasado más desagradable, también sabe gobernar rematadamente mal.

Pero en medio de esta crisis en la que, como siempre, los que más ganaron son los que más miedo tienen ahora a perder, queremos fijarnos en las palabras que ha pronunciado Benedicto XVI recientemente al respecto de la convulsa situación financiera global. Como siempre, el Papa se convierte en brújula de los hombres, en referencia válida (una de las pocas), en la voz de la conciencia colectiva que habla desde el amor, y por eso su mensaje vale más.

Benedicto XVI ha dicho, al inaugurar el Sínodo de los obispos, que los seres humanos tenemos la posibilidad de construir la casa de nuestra vida sobre arena o sobre roca, según la célebre parábola del Evangelio. La arena son las cosas tangibles, como el éxito, la fama o el dinero, que no tardan en ser arrastradas por las tempestades; la roca, en cambio, es la Palabra de Dios, fundamento de la realidad definitiva, contra la que no hay crisis alguna que la derribe.

Cuando todo va bien es fácil ser cristiano e ir a misa los domingos. Pero es en tiempo de estrechura y dificultad cuando los seguidores de Jesús de Nazaret tenemos que demostrar de qué pasta estamos hechos. Y agarrados a la Cruz, aunque tengamos los pies helados o el estómago vacío, seamos lo bastante humildes como para mirar a Nuestro Padre y decirle: "Que sea siempre lo que tú quieras, Señor, no lo que quiera yo".

Jueves, 9 de Octubre de 2008.

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